14/08/2017, 00:32
La voz de Koko le sacó de su ensimismamiento, y el bigotudo se vio obligado a voltear hacia ella. Le sonrió elegantemente aunque Yuriko, la más experimentada, percibió de aquellos gestos un deje de hipocresía que le fue sencillo discernir. Y es que ella pensaba que aquel hombre no estaba muy interesado en sus senos, sino en otra cosa.
Yuriko intervino, de pronto.
—Ella comerá lo mismo. Ponga la orden para llevar, por favor; ha ahuyentado usted a la comensal que mejor debía tratar. ¡Gerente, gerente, éste hombre...!
Y lo que vino después, fue una ligera muestra de poder. De autonomía. De la belleza como papel moneda.
La bella modelo se encontraba atravesando el jardín de los Cerezos, siendo guiada por Koko, quien ya sabía hacia qué hotel dirigirse. Siempre en silencio, pensando sólo en la anécdota del restaurante, donde Yuriko habló con el gerente acerca de los modales de uno de sus mozos, lo que llevó a que el restaurante la resarciera como debía ser. Comida gratis, y un recibimiento a sus instalaciones a coste cero siempre que la hermosa dama quisiera acudir ahí. Una muestra de disculpa hacia el error cometido por un empleado que, a según, sería despedido inmediatamente.
Al llegar al hotel, tanto Koko como Yuriko fueron recibidas nuevamente por una comitiva de recepción, que ya tenía todo preparado para la afamada modelo.
Les guiaron hasta su habitación, la número 202, y Saritama invitó a Koko a pasar.
El interior era tan elegante como podría esperarse. Una suite preparada con las mejores comodidades para la figura de un magno evento, con cama matrimonial, un balcón que daba hacia los jardines de Cerezo, y cualquier otra cosa que se pudieran imaginar.
La mujer dejó caer su liviano cuerpo sobre la cama, y se acomodó.
Invitó a Koko a que tomara asiento, si así lo deseaba.
—bien, querida, necesitaré que te encargues de un par de cosas. ¿Está bien?
Yuriko intervino, de pronto.
—Ella comerá lo mismo. Ponga la orden para llevar, por favor; ha ahuyentado usted a la comensal que mejor debía tratar. ¡Gerente, gerente, éste hombre...!
Y lo que vino después, fue una ligera muestra de poder. De autonomía. De la belleza como papel moneda.
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La bella modelo se encontraba atravesando el jardín de los Cerezos, siendo guiada por Koko, quien ya sabía hacia qué hotel dirigirse. Siempre en silencio, pensando sólo en la anécdota del restaurante, donde Yuriko habló con el gerente acerca de los modales de uno de sus mozos, lo que llevó a que el restaurante la resarciera como debía ser. Comida gratis, y un recibimiento a sus instalaciones a coste cero siempre que la hermosa dama quisiera acudir ahí. Una muestra de disculpa hacia el error cometido por un empleado que, a según, sería despedido inmediatamente.
Al llegar al hotel, tanto Koko como Yuriko fueron recibidas nuevamente por una comitiva de recepción, que ya tenía todo preparado para la afamada modelo.
Les guiaron hasta su habitación, la número 202, y Saritama invitó a Koko a pasar.
El interior era tan elegante como podría esperarse. Una suite preparada con las mejores comodidades para la figura de un magno evento, con cama matrimonial, un balcón que daba hacia los jardines de Cerezo, y cualquier otra cosa que se pudieran imaginar.
La mujer dejó caer su liviano cuerpo sobre la cama, y se acomodó.
Invitó a Koko a que tomara asiento, si así lo deseaba.
—bien, querida, necesitaré que te encargues de un par de cosas. ¿Está bien?