14/08/2017, 20:41
El pam pam en el coco era lo que menos le preocupaba. Ahora tenía que luchar con un mareo terrible y con sus tripas alborotadas, que luchaban por mantener el poco desayuno que aún no había botado. Por suerte, Daruu parecía haberle cogido la mínima a Hibagon, a tal punto de que en un intercambio de amenazas, pam pam por aquí, y te quedas sin pizza por allá; ambos llegaron a un acuerdo. El Yeti cedió, y escuchó a las demandas de su chef personal.
—Como te iba diciendo, Hibagon-san, hay un pequeño problema —dijo—. Yo te puedo enseñar a hacer la pizza, pero la vas a tener que amasar tú. Con estas manos tan pequeñas no podría amasar una cantidad tan grande para ti, ¿entiendes?
—PERO YO NO SABER. YO HACER LA PIZZA MAL.
—Es muy sencillo. Sólo tendrás que seguir mis instrucciones. ¿Vale?
Para entonces Kaido había recobrado la compostura, y el color también. Volvió a ser tan azul como antes y su cuerpo se transformó nuevamente en carne y hueso. Luego, atendió a las instrucciones de Daruu y cogió los sendos paquetes de harina, vertiéndolos uno a uno en el lugar que Amedama pidió. Cuando hubiese una montaña absurda de la misma aguardaría a que Daruu comenzara a verter el aceite, y él copiaría lo que estaba haciendo.
—Ok, ahora el Mizurappa. A la de 1, a la de 2; a la de...
Formuló los sellos, infló el pecho; y dejó que la riada de agua saliera en dirección a la masa.
«¡Suiton: Mizurappa!»
—Como te iba diciendo, Hibagon-san, hay un pequeño problema —dijo—. Yo te puedo enseñar a hacer la pizza, pero la vas a tener que amasar tú. Con estas manos tan pequeñas no podría amasar una cantidad tan grande para ti, ¿entiendes?
—PERO YO NO SABER. YO HACER LA PIZZA MAL.
—Es muy sencillo. Sólo tendrás que seguir mis instrucciones. ¿Vale?
Para entonces Kaido había recobrado la compostura, y el color también. Volvió a ser tan azul como antes y su cuerpo se transformó nuevamente en carne y hueso. Luego, atendió a las instrucciones de Daruu y cogió los sendos paquetes de harina, vertiéndolos uno a uno en el lugar que Amedama pidió. Cuando hubiese una montaña absurda de la misma aguardaría a que Daruu comenzara a verter el aceite, y él copiaría lo que estaba haciendo.
—Ok, ahora el Mizurappa. A la de 1, a la de 2; a la de...
Formuló los sellos, infló el pecho; y dejó que la riada de agua saliera en dirección a la masa.
«¡Suiton: Mizurappa!»