14/08/2017, 22:09
Durante el recorrido de Koko hacia la recepción, tuvo un mejor vistazo del lugar. De la habitación 202 tendría que caminar un largo pasillo ubicado, por obvias razones, en un segundo piso. El pasillo era contiguo al resto de filas, y se cruzaba en una única vertiente que daba a la derecha, en donde se encontraban las escaleras por las que había subido antes. Habiendo pasado el piso número uno, y llegada a planta baja, Koko volvería a ver aquella elegante y veraniega recepción, cuya entrada daba directamente a una sala de estar bastante espaciosa donde los huéspedes podían esperar su turno de ser atendidos. Justo al frente, estaba la recepción, y a sus sendos extremos, otros dos pasillos que daban hacia las áreas recreativas del hotel.
Llámese piscina, saunas, y uno de sus espacios más únicos y atractivos: Las fuentes terminales, con agua traída directamente de los lagos revitalizantes de las costas del Remolino.
En la recepción le atendió una mujer, de pelo castaño, que por su apariencia no llamaba mucho la atención.
Miró a Koko en silencio y le sonrió, tal y como debía de hacer con toda clientela.
—Sí, señorita, dígame. ¿En qué puedo ayudarle?
Llámese piscina, saunas, y uno de sus espacios más únicos y atractivos: Las fuentes terminales, con agua traída directamente de los lagos revitalizantes de las costas del Remolino.
En la recepción le atendió una mujer, de pelo castaño, que por su apariencia no llamaba mucho la atención.
Miró a Koko en silencio y le sonrió, tal y como debía de hacer con toda clientela.
—Sí, señorita, dígame. ¿En qué puedo ayudarle?