16/08/2017, 05:24
Bastó un pestañear para que aquella horda de maleantes tuvieran ventaja posicional. Eran más, empezando por ahí, y tenían armas para decir basta. Ellos eran sólo tres, y dos de ellos estaban heridos; recuperándose de un arduo combate. Kaido era el único entero, por si eso les servía de algo.
Keisuke preguntó si él les conocía, y Kaido no tuvo siquiera que responder. Le arrojó una mirada mordaz de aquellas cuyo único propósito podría ser haberle dicho "eres tonto" y luego se contorneó, pavoneándose como si fuese dueño de aquel puente, sin temer a quienes ahora amenazaban su vida y la de sus compañeros.
Dio un paso, y se acercó al calvo.
—¿Qué has dicho? ¿eh? que no te he entendido una mierda, joder; ¿así habláis todos aquí?
El escualo se mantuvo al frente, envalentonado. El calvo, no obstante, ya no era sólo el calvo; ahora era el calvo y otros dos más acompañándole a sus diestras con sendos martillos de hierro oxidado.
—Joé, aparte é azul, muy grajioso el caraépez. A vé zi lo entiende, tío, que me debes míquinientoryo, que aposté a que ibas a perder y que habéij ganao, ¿vale? ahora, me vas a pagá, y te voy a partir una pierna, y aji me ajeguro un buen pajtón en la jiguiente ronda.
—A vé ji lo entiende tú —repitió el escualo, grosero—. ¡que no te voy a pagar ni mierda, hijo de puta!
Se abalanzó, y pegó un puñetazo neto en la barbilla de aquel calvo infractor.
Su ataque, no obstante, volvió de aquello una trifulca en la que una marea de cuchillos y armas contundentes se abalanzaron al unísono hacia él y sus compañeros. Kaido había quedado muy a gustito con un sólo golpe al tipo, así que se dio media vuelta con una plácida sonrisa y echó a correr hacia Keisuke, y Daigo. Les hizo un gesto con la mano, y si no lo entendían; bien que lo harían cuando el escualo les tomara por el pescuezo a cada uno y los empujara a por encima de la baranda del puente.
Kaido se arrojaría un segundo más tarde, hasta los linderos del lago. Los tres caerían, y el gyojin sólo esperaba que los dos supieran nadar.
Keisuke preguntó si él les conocía, y Kaido no tuvo siquiera que responder. Le arrojó una mirada mordaz de aquellas cuyo único propósito podría ser haberle dicho "eres tonto" y luego se contorneó, pavoneándose como si fuese dueño de aquel puente, sin temer a quienes ahora amenazaban su vida y la de sus compañeros.
Dio un paso, y se acercó al calvo.
—¿Qué has dicho? ¿eh? que no te he entendido una mierda, joder; ¿así habláis todos aquí?
El escualo se mantuvo al frente, envalentonado. El calvo, no obstante, ya no era sólo el calvo; ahora era el calvo y otros dos más acompañándole a sus diestras con sendos martillos de hierro oxidado.
—Joé, aparte é azul, muy grajioso el caraépez. A vé zi lo entiende, tío, que me debes míquinientoryo, que aposté a que ibas a perder y que habéij ganao, ¿vale? ahora, me vas a pagá, y te voy a partir una pierna, y aji me ajeguro un buen pajtón en la jiguiente ronda.
—A vé ji lo entiende tú —repitió el escualo, grosero—. ¡que no te voy a pagar ni mierda, hijo de puta!
Se abalanzó, y pegó un puñetazo neto en la barbilla de aquel calvo infractor.
Su ataque, no obstante, volvió de aquello una trifulca en la que una marea de cuchillos y armas contundentes se abalanzaron al unísono hacia él y sus compañeros. Kaido había quedado muy a gustito con un sólo golpe al tipo, así que se dio media vuelta con una plácida sonrisa y echó a correr hacia Keisuke, y Daigo. Les hizo un gesto con la mano, y si no lo entendían; bien que lo harían cuando el escualo les tomara por el pescuezo a cada uno y los empujara a por encima de la baranda del puente.
Kaido se arrojaría un segundo más tarde, hasta los linderos del lago. Los tres caerían, y el gyojin sólo esperaba que los dos supieran nadar.