17/08/2017, 20:02
La Kunoichi no tuvo que trotar demasiado. Le bastarían apenas unos ocho minutos para dar, después de algún cruce que no era difícil de discernir, dar con un pequeño conglomerado de tiendas de diversas índoles, entre ellas; de ropa. Tampoco le resultó extremadamente complicado dar con la tienda perteneciente a la diseñadora de la que Yuriko habló en su habitación, pues desde luego era la más concurrida esa tarde, fuera por su fama o por el masivo pedido de encargos en víspera del evento que estaba por realizarse esa noche.
Koko tendría que abrirse paso entre una conglomerada muchedumbre, hasta el interior de un elegante galpón luminoso en el que había varias vidrieras de muestra con maniquíes luciendo algunos vestidos. Por atrás, un área de prueba y al extremo más izquierdo; la recepción.
Allí, diligente, una jovencita recibía a los clientes. Atrás de ella, un puñado de costureras trabajaban al unísono, y un tanto apartada del resto, una señora mayor yacía revisando algunos bosquejos.
Koko tendría que abrirse paso entre una conglomerada muchedumbre, hasta el interior de un elegante galpón luminoso en el que había varias vidrieras de muestra con maniquíes luciendo algunos vestidos. Por atrás, un área de prueba y al extremo más izquierdo; la recepción.
Allí, diligente, una jovencita recibía a los clientes. Atrás de ella, un puñado de costureras trabajaban al unísono, y un tanto apartada del resto, una señora mayor yacía revisando algunos bosquejos.