18/08/2017, 16:24
Noc, noc, noc
Por allá, en el fondo de la granja; se escuchó un ladrido pesado y poderoso, tan grave que parecía provenir de un tigre y no de un simple chucho ovejero. Éste se fue haciendo cada vez más y más cercano, a tal punto de que de un momento a otro la puerta de madera frente a Yota tembló tras un fuerte impacto proveniente del otro extremo de la misma. Aquello con lo que había dado habría podido tumbarla, desde luego.
Pero entre ladridos, y si Yota agudizaba ligeramente su oído; podía escuchar algunas reprimendas en forma de palabras que también se iban haciendo cada vez más inteligibles con cada paso que el hombre daba. Se escucharon otro buen par de perjuras, una como "Joé, ¿me vas a hacer montar visagras de nuevo?".
Hasta que la puerta finalmente se abrió.
A yota, sin embargo, no le dio tiempo de reaccionar a la montaña peluda y maciza que se le vino encima. El gran perro le podría sacar fácilmente un metro de altura al genin, y probablemente le superara en fuerza; que lo dominó por sobre las escaleras y una vez encima de Yota, comenzó a lamerle el rostro con su larga y húmeda lengua.
Shinjapa Tokaro se esforzó por sacárselo de encima, hasta que lo convenció con una galleta.
—¡Perro malo, perro malo!
MouKou ladró.
—¡wOoOof WoOof!
Tokaro le tendió la mano, y le ayudó a levantarse. Sólo allí pudo ver cómo era su contratista: un tipo de apariencia anciana, con la espada curvada y la cara arrugada. Un cabello ataviado de canas en cada uno de los cabellos y unos cuantos lunares recorriéndole el rostro a causa de la edad.
En su mejilla derecha yacía una marca permanente, aunque ligeramente borrosa, que asimilaba a dos formas parecidas a colmillos.
Por allá, en el fondo de la granja; se escuchó un ladrido pesado y poderoso, tan grave que parecía provenir de un tigre y no de un simple chucho ovejero. Éste se fue haciendo cada vez más y más cercano, a tal punto de que de un momento a otro la puerta de madera frente a Yota tembló tras un fuerte impacto proveniente del otro extremo de la misma. Aquello con lo que había dado habría podido tumbarla, desde luego.
Pero entre ladridos, y si Yota agudizaba ligeramente su oído; podía escuchar algunas reprimendas en forma de palabras que también se iban haciendo cada vez más inteligibles con cada paso que el hombre daba. Se escucharon otro buen par de perjuras, una como "Joé, ¿me vas a hacer montar visagras de nuevo?".
Hasta que la puerta finalmente se abrió.
A yota, sin embargo, no le dio tiempo de reaccionar a la montaña peluda y maciza que se le vino encima. El gran perro le podría sacar fácilmente un metro de altura al genin, y probablemente le superara en fuerza; que lo dominó por sobre las escaleras y una vez encima de Yota, comenzó a lamerle el rostro con su larga y húmeda lengua.
Shinjapa Tokaro se esforzó por sacárselo de encima, hasta que lo convenció con una galleta.
—¡Perro malo, perro malo!
MouKou ladró.
—¡wOoOof WoOof!
Tokaro le tendió la mano, y le ayudó a levantarse. Sólo allí pudo ver cómo era su contratista: un tipo de apariencia anciana, con la espada curvada y la cara arrugada. Un cabello ataviado de canas en cada uno de los cabellos y unos cuantos lunares recorriéndole el rostro a causa de la edad.
En su mejilla derecha yacía una marca permanente, aunque ligeramente borrosa, que asimilaba a dos formas parecidas a colmillos.