18/08/2017, 23:23
El verano acababa de dar comienzo, pero aun así el astro rey no parecía tener la intención de tener si quiera un poco de piedad, a medida que iban avanzando en su viaje, el calor se hacía más y más notorio, por lo que las paradas para descansar y beber agua eran obligadas a cada rato, si querían llegar a su destino en plenas condiciones físicas, claro.
Llevaban andando ya un par de días y, según tenía entendido, su destino no estaba muy lejos, por lo que a pesar del cansancio su ánimo no se veía disminuido en lo más minimo, caminando al lado de su tía Akiko, ya que se disponían a visitar a unos familiares que se asentaban en un pequeño pueblo de agricultores que estaba a punto de celebrar sus fiestas regionales, y era algo que debían visitar.
— ¿Queda mucho? — Preguntó el peliblanco.
— Cinco minutos menos que la última vez que lo preguntaste, pesado.
La respuesta de la mujer hizo que el chico mirara al suelo, algo abatido, el tiempo parecía no pasar, pero dada la contestación decidió que sería mejor no volverlo a preguntar en lo que quedaba de trayecto.
No tardaron mucho más en llegar al pueblo, lleno de campos de cultivo y realmente pintoresco, ahora solo quedaba encontrar la casa en la que se iban a alojar durante su estancia allí. Las calles ya estaban adornadas dispuestas a acoger las fiestas que, si no se equivocaban empezarían ese mismo día.
— Venga, dame tu mochila, voy yo a casa a dejar las cosas, vete a dar una vuelta por ahí, ¿vale? — Ofreció su tía amablemente, y por supuesto que el joven rápidamente se dehizo de su equipaje y salió corriendo, recorriendo las calles del pueblo hasta que llegó a la plaza del mismo, en la que se sentó a un banco a la sombra para descansar sus pies.
Llevaban andando ya un par de días y, según tenía entendido, su destino no estaba muy lejos, por lo que a pesar del cansancio su ánimo no se veía disminuido en lo más minimo, caminando al lado de su tía Akiko, ya que se disponían a visitar a unos familiares que se asentaban en un pequeño pueblo de agricultores que estaba a punto de celebrar sus fiestas regionales, y era algo que debían visitar.
— ¿Queda mucho? — Preguntó el peliblanco.
— Cinco minutos menos que la última vez que lo preguntaste, pesado.
La respuesta de la mujer hizo que el chico mirara al suelo, algo abatido, el tiempo parecía no pasar, pero dada la contestación decidió que sería mejor no volverlo a preguntar en lo que quedaba de trayecto.
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No tardaron mucho más en llegar al pueblo, lleno de campos de cultivo y realmente pintoresco, ahora solo quedaba encontrar la casa en la que se iban a alojar durante su estancia allí. Las calles ya estaban adornadas dispuestas a acoger las fiestas que, si no se equivocaban empezarían ese mismo día.
— Venga, dame tu mochila, voy yo a casa a dejar las cosas, vete a dar una vuelta por ahí, ¿vale? — Ofreció su tía amablemente, y por supuesto que el joven rápidamente se dehizo de su equipaje y salió corriendo, recorriendo las calles del pueblo hasta que llegó a la plaza del mismo, en la que se sentó a un banco a la sombra para descansar sus pies.
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»