21/08/2017, 05:06
Finalmente, Koko decidió tomar el camino más difícil: sumergirse en la marea de civiles y tratar de escabullirse del local entre empujones, y no hacia el interior del depósito —el cual, en un principio, estaba en peligro; pues ya una agobiada fanática aprovechadora se había saltado la barrera— sino al exterior, hasta la calle principal.
No hace falta decir que la kunoichi lo lograría, de eso no cabría duda. Tan sólo se llevaría unos cuantos codazos de por medio que de seguro le causarían alguno que otro moretón en ciertas partes de su cuerpo. Más allá de eso, para los tumultuosos fanáticos ella no habría sido más que un pequeño mosquito.
Kageyama Koko pasaría completamente desapercibida, hasta que una de las mujeres empedernidas la vio.
—¡¡¡Miren, ahí está!!!
—Yuriko-senpai: ¡DEME SU AUTÓGRAFO!
—¡¡WHOOOOOOOOOOOOOOOOHOOOOO!!! —gritó un último, sin motivo alguno. Tan sólo estaba emocionada.
Pero sus voces, al unísono, atrajeron la atención de los demás. Todos, incluso aquella que se quería llevar uno de los vestidos, reculó en sus intenciones y dejó las instalaciones del local junto a la camada de fanáticas, que según lo dicho por otras; Yuriko se encontraba en plena calle.
Y ahí estaba, tan hermosa y radiante como se contaba. El henge de Koko había sido ejecutado a la perfección. Y luego, desapareció.
Poco después: confusión. Nadie supo hacia dónde había ido, obligando a cada quién a tomar el camino a donde la creían haber visto. Minutos después, la calle y el local yacían vacíos, salvo por algún cliente insatisfecho por todo el asunto.
Koko, sin embargo, quedó exhausta. Pero aún tenía trabajo que hacer.
No hace falta decir que la kunoichi lo lograría, de eso no cabría duda. Tan sólo se llevaría unos cuantos codazos de por medio que de seguro le causarían alguno que otro moretón en ciertas partes de su cuerpo. Más allá de eso, para los tumultuosos fanáticos ella no habría sido más que un pequeño mosquito.
Kageyama Koko pasaría completamente desapercibida, hasta que una de las mujeres empedernidas la vio.
—¡¡¡Miren, ahí está!!!
—Yuriko-senpai: ¡DEME SU AUTÓGRAFO!
—¡¡WHOOOOOOOOOOOOOOOOHOOOOO!!! —gritó un último, sin motivo alguno. Tan sólo estaba emocionada.
Pero sus voces, al unísono, atrajeron la atención de los demás. Todos, incluso aquella que se quería llevar uno de los vestidos, reculó en sus intenciones y dejó las instalaciones del local junto a la camada de fanáticas, que según lo dicho por otras; Yuriko se encontraba en plena calle.
Y ahí estaba, tan hermosa y radiante como se contaba. El henge de Koko había sido ejecutado a la perfección. Y luego, desapareció.
Poco después: confusión. Nadie supo hacia dónde había ido, obligando a cada quién a tomar el camino a donde la creían haber visto. Minutos después, la calle y el local yacían vacíos, salvo por algún cliente insatisfecho por todo el asunto.
Koko, sin embargo, quedó exhausta. Pero aún tenía trabajo que hacer.