21/08/2017, 11:29
Obedientes y serviciales, y bajo la atenta mirada de los pavos reales, los dos genin abandonaron la mansión de la señora Kanari, de camino a la oficina de mensajería. Ambos conocían la ubicación de un edificio tan importante dentro de la aldea por lo que no les costó más de diez minutos llegar al lugar.
Se trataba de un edificio de baja altura, de paredes amarillentas y el tejado de color azul. Un gran letrero, en el que se simbolizaba un halcón con una carta entre sus patas, rezaba con letras gigantescas:
Tras pasar una puerta giratoria, los dos genin se encontraron con una enorme cola hasta la ventanilla de recepción. Delante de ellos debía de haber por lo menos diez personas, entre ellas niños berreantes y señoras que marujeaban entre ellas como si no tuviesen otra cosa mejor que hacer aquella mañana. En la ventanilla, un hombre trajeado y que parecía estar a punto de dormirse, atendía a un pobre anciano que no parecía aclararse con lo que debía pagarle.
Se trataba de un edificio de baja altura, de paredes amarillentas y el tejado de color azul. Un gran letrero, en el que se simbolizaba un halcón con una carta entre sus patas, rezaba con letras gigantescas:
CORREOS
¡La mensajería que da alegría a la villa!
¡La mensajería que da alegría a la villa!
Tras pasar una puerta giratoria, los dos genin se encontraron con una enorme cola hasta la ventanilla de recepción. Delante de ellos debía de haber por lo menos diez personas, entre ellas niños berreantes y señoras que marujeaban entre ellas como si no tuviesen otra cosa mejor que hacer aquella mañana. En la ventanilla, un hombre trajeado y que parecía estar a punto de dormirse, atendía a un pobre anciano que no parecía aclararse con lo que debía pagarle.