22/08/2017, 00:31
La suerte brilló aquella vez para ambos, ya que en vez de perderse en la zona rica de su propia villa, como previamente había pasado, llegaron en unos diez minutos al lugar que había dicho la señora Kanari sin sudar prácticamente. Eri comenzaba a cambiar de humor, incluso ahora se sentía con más ánimos que nunca. De momento no parecía haber ningún problema y la misión iba bien, ¿qué podría pasar?
Sin embargo, llegaron a la oficina de correos.
Aquel lugar lo había visitado veces, de paredes amarillas y tejado azul; sin embargo siempre acompañada de su hermano y porque él necesitaba hacer los recados, no porque ella lo hubiera necesitado. Así que antes de entrar se sintió un poco nerviosa.
Ya que...
Siempre parecía estar abarrotado de gente, y aquel día parecía no ser la excepción, pues tras pasar la puerta —en la que recordaba haber jugado cuando era pequeña—, se encontraron una cola que casi llegaba a ella —exagerando, claro—.
«Vaya, y yo que pensaba que hoy estábamos teniendo suerte...»
—Parece que nos toca esperar un rato.
Después de decir aquello suspiró con cansancio, estarían allí durante horas si el ritmo no aceleraba un poco.
Sin embargo, llegaron a la oficina de correos.
Aquel lugar lo había visitado veces, de paredes amarillas y tejado azul; sin embargo siempre acompañada de su hermano y porque él necesitaba hacer los recados, no porque ella lo hubiera necesitado. Así que antes de entrar se sintió un poco nerviosa.
Ya que...
Siempre parecía estar abarrotado de gente, y aquel día parecía no ser la excepción, pues tras pasar la puerta —en la que recordaba haber jugado cuando era pequeña—, se encontraron una cola que casi llegaba a ella —exagerando, claro—.
«Vaya, y yo que pensaba que hoy estábamos teniendo suerte...»
—Parece que nos toca esperar un rato.
Después de decir aquello suspiró con cansancio, estarían allí durante horas si el ritmo no aceleraba un poco.