22/08/2017, 11:58
—Si tu habitación hubiese estado en el lado derecho podríamos habernos saludado desde la ventana —había dicho Ayame unos minutos antes.
—Sí —rio él. La verdad, no era algo que le hubiese parecido mala idea
Ayame estaba de acuerdo con él: ella también echaba de menos estar con Kori-sensei, haciendo misiones. Después, señaló que nunca había tenido la oportunidad de agradecerle a Daruu lo que hizo por ella en el laberinto. Se acongojó, al imaginar que, si no hubiese sido por él, ahora ella estaría...
—Mira, ¿ves? Los laberintos no los hecho de menos —sentenció Daruu—. Pero no creo que tengas por qué agradecerme nada. Ayame, me salvaste la vida primero, a la entrada del laberinto. Ambos trabajamos juntos. Creo que nos vino bien, como equipo, y como amigos, y como...
Recordó aquél primer y aterrorizado beso.
—Bueno, creo que el chocolate ya está.
Daruu cogió dos tazas y virtió poco a poco el chocolate en cada una de ellas. Abrió la nevera y sacó un bote de nata. Fffffsh. Fffffsh. A cada una de las tazas le decoró una bonita flor, técnica que había aprendido en la cafetería de su madre. Las contempló, orgullosos, con los brazos en jarra.
—Qué buena pinta. —Cogió una taza y se acercó a Ayame. Se agachó y le dio un breve beso en los labios. Se le enrojeció el rostro y se dio la vuelta—. B-bueno. Vamos al d-dojo común. Allí hay unos sofás muy buenos para sentarse y hablar, y eso. ¡Cuidado con la taza, cógela del asa, que el chocolate aún quema!
—Sí —rio él. La verdad, no era algo que le hubiese parecido mala idea
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Ayame estaba de acuerdo con él: ella también echaba de menos estar con Kori-sensei, haciendo misiones. Después, señaló que nunca había tenido la oportunidad de agradecerle a Daruu lo que hizo por ella en el laberinto. Se acongojó, al imaginar que, si no hubiese sido por él, ahora ella estaría...
—Mira, ¿ves? Los laberintos no los hecho de menos —sentenció Daruu—. Pero no creo que tengas por qué agradecerme nada. Ayame, me salvaste la vida primero, a la entrada del laberinto. Ambos trabajamos juntos. Creo que nos vino bien, como equipo, y como amigos, y como...
Recordó aquél primer y aterrorizado beso.
—Bueno, creo que el chocolate ya está.
Daruu cogió dos tazas y virtió poco a poco el chocolate en cada una de ellas. Abrió la nevera y sacó un bote de nata. Fffffsh. Fffffsh. A cada una de las tazas le decoró una bonita flor, técnica que había aprendido en la cafetería de su madre. Las contempló, orgullosos, con los brazos en jarra.
—Qué buena pinta. —Cogió una taza y se acercó a Ayame. Se agachó y le dio un breve beso en los labios. Se le enrojeció el rostro y se dio la vuelta—. B-bueno. Vamos al d-dojo común. Allí hay unos sofás muy buenos para sentarse y hablar, y eso. ¡Cuidado con la taza, cógela del asa, que el chocolate aún quema!