22/08/2017, 19:24
MouKou devoró la galleta, y casi se trata la mano de su anciano dueño. Luego volvió a ladrar, y Tokaro le apartó el hocico con las manos, dándole dos pequeños toques por sobre la nariz y inquiriéndole a que se sentara. El chucho —que aparte de su gran tamaño, tenía un frondosos pelaje entre marrón y anaranjado, con algunas franjas negras; de ahí la traducción de su nombre, "tigre rabioso"— sacó la lengua, jadeó un par de veces, y miró fijamente al shinobi, quien ahora le hablaba directamente a Tokaro.
— No.. No se preocupe. ¿Es usted Shinjapa Tokaro? —preguntó, para luego presentarse—. soy Sasagani Yota, el gennin que solicitó.
—¡Oh, Sasagani-chan, claro! estábamos esperándote. Por favor, pasa adelante.
Cuando Yota se dispusiera a entrar, se encontraría con una amplia sala de estar, aunque adornada y acomodada con algunos pocos muebles, una silla de mecer, dos estanterías y una esquina donde varias sábanas y almohadones yacían tirados en el suelo, donde probablemente dormiría MouKou. El chucho tomó la delantera, casi que siendo él el que les guiase a través de cada rincón de la casa, que además, tenía dos pasillos contiguos hacia la derecha que guiaban hacia el área de cuartos, y hacia el jardín, donde había un amplio ventanal panorámico por el cual se podían observar las ovejas dentro del corral.
Tokaro le ofreció asiento, y tan rápido como su viejo cuerpo se lo permitía, sirvió dos tazas de té. Una para Yota, y otra para él.
—Bueno, jovencito. Sé bienvenido a nuestra humilde morada, no es la granja más elegante ni mucho menos, pero es todo lo que tenemos. Y a MouKou parece gustarle vivir por estos lares, ¿o no, Mou?
—¡wOoOof WoOof!
—¿Es ésta tu primera misión, Yota-chan? —indagó luego, con mirada introspectiva.
— No.. No se preocupe. ¿Es usted Shinjapa Tokaro? —preguntó, para luego presentarse—. soy Sasagani Yota, el gennin que solicitó.
—¡Oh, Sasagani-chan, claro! estábamos esperándote. Por favor, pasa adelante.
Cuando Yota se dispusiera a entrar, se encontraría con una amplia sala de estar, aunque adornada y acomodada con algunos pocos muebles, una silla de mecer, dos estanterías y una esquina donde varias sábanas y almohadones yacían tirados en el suelo, donde probablemente dormiría MouKou. El chucho tomó la delantera, casi que siendo él el que les guiase a través de cada rincón de la casa, que además, tenía dos pasillos contiguos hacia la derecha que guiaban hacia el área de cuartos, y hacia el jardín, donde había un amplio ventanal panorámico por el cual se podían observar las ovejas dentro del corral.
Tokaro le ofreció asiento, y tan rápido como su viejo cuerpo se lo permitía, sirvió dos tazas de té. Una para Yota, y otra para él.
—Bueno, jovencito. Sé bienvenido a nuestra humilde morada, no es la granja más elegante ni mucho menos, pero es todo lo que tenemos. Y a MouKou parece gustarle vivir por estos lares, ¿o no, Mou?
—¡wOoOof WoOof!
—¿Es ésta tu primera misión, Yota-chan? —indagó luego, con mirada introspectiva.