23/08/2017, 12:23
—Sí, ya lo sé, ya lo sé. Pero... Yo iba a solicitar una misión de las mías de las que haces en unas horas, un día como mucho. Para nada esperaba esto, de haberlo sabido me hubiera preparado mejor. Y bueno, gracias por la comida, Yubiwa-dono.
—Bueno, cuando salimos de Kusa sabías a dónde venías, Yota-kun —contestó Yubiwa—. Bastaba con habérmelo pedido. Por eso os estoy enseñando esta lección. No es una reprimenda, es para que la próxima vez tengáis cuidado. No es algo para tomárselo a la ligera: podríais morir —sentenció.
A estas alturas, Yubiwa ya se había acostumbrado a las notas de Taeko. La miró fijamente, y mediante señas con las manos, que fácilmente pudo leer, dijo: "Muy bien, Taeko-chan".
—Esto, Yubiwa-dono... ¿por qué nos escogieron a nosotros?
—No hubo elección alguna. Fuisteis los primeros que se presentaron en el edificio, y las demás aldeas habían llevado dos genin también, de modo que... —explicó—. En el mundo ninja, a veces no hay un por qué. A veces te toca hacer algo y ya está. Esforcémonos todos para que la próxima vez sí os elijan por un motivo.
—¿Puede firmarme un autógrafo en la camiseta?
—Yota-kun, eso no es propio de un shinobi profesional —dijo, levantándose—. Ni serio de un buen genin. Chico, esto es una misión muy importante y yo sólo soy un humilde jo-...
Yubiwa se quedó parado, mirando fijamente a la nada como un resorte y el ceño fruncido. Se dio la vuelta lentamente.
—¿Estás completamente seguro de lo que estás diciéndome, Inomaru-san? —Midió sus palabras despacio, como si tuviera miedo de conocer la respuesta.
»¿Es necesario que volvamos a Kusagakure?
»Bien.
Yubiwa se volvió a dar la vuelta. Parecía unos cuantos años más viejo que antes.
—La misión debe continuar. Son órdenes de Morikage-sama —sentenció—. Pero... pero... Gouna-dono. La Arashikage la ha asesinado.
—¿Qué significa esto, Kenzou? —dijo Yui, mordaz. Había escuchado los pasos fuera en el jardín, en aquél dojo que habían cedido para su estancia.
—Sabes muy bien lo que significa, Amekoro Yui. Eres una asesina.
Uno de los dos ANBU que lo acompañaban se lanzó a por ella katana en ristre. Yui lo esquivó, le propinó una patada que lo mandó volando a la pared y le hizo hacer un boquete y agarró la katana que había blandido el otro ninja. Con ella bloqueó la arremetida del segundo.
—¿¡De qué demonios estás hablando, subnormal!?
—¡A Gouna la han envenenado! ¡Está muerta!
—Yo. No. Uso... venenos. —Yui tocó con su dedo índice el filo de la katana de su oponente y de pronto, se convirtió en agua, como si se hubiera derretido. El filo de la katana que empuñaba atravesó limpiamente el cuello del otro ANBU.
—Pero por lo visto, sí que matas con facilidad.
—¡Estáis atacándome, hijos de perra! ¡Que yo no he hecho nada!
»¿Sabes lo que creo? Creo que vosotros mismos habéis asesinado a Gouna. Que me estáis intentando echar el muerto encima. ¿Para qué es esto, Kenzou? ¿Para provocar una guerra entre Uzushiogakure y Amegakure y debilitarnos?
—Es curioso. Yo pienso lo mismo, pero la artífice eres tú. Yo sé lo que yo no he hecho, Yui.
—Viejo chiflado, te voy a-
Zzzis.
—Oh. —El filo de una katana sobresalía de su pecho, a la altura del corazón.
—Mira lo que has hecho, Yui. ¿Cómo pretendes que explique esto ahora, eh? ¿Cómo pretendes que lo haga? Te has cargado el Pacto. ¡Maldita sea!
—No. Kusagakure se ha cargado el Pacto. Y mis ninjas sabrán la ver...dad. No... lo dudes.
PUFF.
—¡Maldición! ¡Mierda puta! ¡Era un puto Kage Bunshin, joder!
El ANBU que la había apuñalado resollaba con dificultad, cogiéndose del vientre.
—Kenzou-sama. ¿Qué vamos a hacer?
—No lo sé, déjame pensar... Joder. Que alguien contacte con Yakisoba. Si se lo explicamos a él, quizás nos crea. Antes de que sea demasiado tarde y Amegakure difunda una mentira.
—Bueno, cuando salimos de Kusa sabías a dónde venías, Yota-kun —contestó Yubiwa—. Bastaba con habérmelo pedido. Por eso os estoy enseñando esta lección. No es una reprimenda, es para que la próxima vez tengáis cuidado. No es algo para tomárselo a la ligera: podríais morir —sentenció.
A estas alturas, Yubiwa ya se había acostumbrado a las notas de Taeko. La miró fijamente, y mediante señas con las manos, que fácilmente pudo leer, dijo: "Muy bien, Taeko-chan".
—Esto, Yubiwa-dono... ¿por qué nos escogieron a nosotros?
—No hubo elección alguna. Fuisteis los primeros que se presentaron en el edificio, y las demás aldeas habían llevado dos genin también, de modo que... —explicó—. En el mundo ninja, a veces no hay un por qué. A veces te toca hacer algo y ya está. Esforcémonos todos para que la próxima vez sí os elijan por un motivo.
—¿Puede firmarme un autógrafo en la camiseta?
—Yota-kun, eso no es propio de un shinobi profesional —dijo, levantándose—. Ni serio de un buen genin. Chico, esto es una misión muy importante y yo sólo soy un humilde jo-...
Yubiwa se quedó parado, mirando fijamente a la nada como un resorte y el ceño fruncido. Se dio la vuelta lentamente.
—¿Estás completamente seguro de lo que estás diciéndome, Inomaru-san? —Midió sus palabras despacio, como si tuviera miedo de conocer la respuesta.
»¿Es necesario que volvamos a Kusagakure?
»Bien.
Yubiwa se volvió a dar la vuelta. Parecía unos cuantos años más viejo que antes.
—La misión debe continuar. Son órdenes de Morikage-sama —sentenció—. Pero... pero... Gouna-dono. La Arashikage la ha asesinado.
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—¿Qué significa esto, Kenzou? —dijo Yui, mordaz. Había escuchado los pasos fuera en el jardín, en aquél dojo que habían cedido para su estancia.
—Sabes muy bien lo que significa, Amekoro Yui. Eres una asesina.
Uno de los dos ANBU que lo acompañaban se lanzó a por ella katana en ristre. Yui lo esquivó, le propinó una patada que lo mandó volando a la pared y le hizo hacer un boquete y agarró la katana que había blandido el otro ninja. Con ella bloqueó la arremetida del segundo.
—¿¡De qué demonios estás hablando, subnormal!?
—¡A Gouna la han envenenado! ¡Está muerta!
—Yo. No. Uso... venenos. —Yui tocó con su dedo índice el filo de la katana de su oponente y de pronto, se convirtió en agua, como si se hubiera derretido. El filo de la katana que empuñaba atravesó limpiamente el cuello del otro ANBU.
—Pero por lo visto, sí que matas con facilidad.
—¡Estáis atacándome, hijos de perra! ¡Que yo no he hecho nada!
»¿Sabes lo que creo? Creo que vosotros mismos habéis asesinado a Gouna. Que me estáis intentando echar el muerto encima. ¿Para qué es esto, Kenzou? ¿Para provocar una guerra entre Uzushiogakure y Amegakure y debilitarnos?
—Es curioso. Yo pienso lo mismo, pero la artífice eres tú. Yo sé lo que yo no he hecho, Yui.
—Viejo chiflado, te voy a-
Zzzis.
—Oh. —El filo de una katana sobresalía de su pecho, a la altura del corazón.
—Mira lo que has hecho, Yui. ¿Cómo pretendes que explique esto ahora, eh? ¿Cómo pretendes que lo haga? Te has cargado el Pacto. ¡Maldita sea!
—No. Kusagakure se ha cargado el Pacto. Y mis ninjas sabrán la ver...dad. No... lo dudes.
PUFF.
—¡Maldición! ¡Mierda puta! ¡Era un puto Kage Bunshin, joder!
El ANBU que la había apuñalado resollaba con dificultad, cogiéndose del vientre.
—Kenzou-sama. ¿Qué vamos a hacer?
—No lo sé, déjame pensar... Joder. Que alguien contacte con Yakisoba. Si se lo explicamos a él, quizás nos crea. Antes de que sea demasiado tarde y Amegakure difunda una mentira.
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