29/08/2017, 17:29
—Cuanto antes empecemos, mucho mejor.
—Eso es, eso es. Pero vamos, primero lo primero. ¡Las tareas del hogar!
Y con aquello no se refería a limpieza, como bien habría podido pensar Yota. No. Lo sabría con certeza cuando le siguiese el paso a Tokaro, que secundado por el chucho, atravesó el umbral de la sala y salió al exterior de la granja, por su parte trasera. Ahí se encontró con un enorme jardín cercado desde varios flancos, dos siembras distintas de diversos vegetales, y un corral lo suficientemente amplio en donde yacían repartidas un total de séis ovejas.
Cinco de ellas tenían su lana blanquecina como el mismísimo invierno, y una sola con el pelaje ligeramente más opaco, y de cuernos más grandes que el resto. Incluso su tamaño superaba a las demás.
—Este es mi rebaño, Yota-kun. En las mañanas, generalmente, tenemos una rutina para ellas y es de lo que deberás encargarte primero junto a MouKou. Tienes que llevar a las ovejas hasta una pradera no muy lejos de aquí, subiendo la empinada por la que viniste, y dejar que se alimenten. MouKou las arrea, así que sólo debes preocuparte de que ninguna se descarrile. Cuando hayan terminado, MouKou volverá a agruparlas para traerlas de vuelta al corral, ¿vale?
MouKou corrió hasta el portón de bambú, y le dio un mordisco a la cuerda. Tan sólo esperó la señal de Yota, para comenzar con la primera labor del día.
—Eso es, eso es. Pero vamos, primero lo primero. ¡Las tareas del hogar!
Y con aquello no se refería a limpieza, como bien habría podido pensar Yota. No. Lo sabría con certeza cuando le siguiese el paso a Tokaro, que secundado por el chucho, atravesó el umbral de la sala y salió al exterior de la granja, por su parte trasera. Ahí se encontró con un enorme jardín cercado desde varios flancos, dos siembras distintas de diversos vegetales, y un corral lo suficientemente amplio en donde yacían repartidas un total de séis ovejas.
Cinco de ellas tenían su lana blanquecina como el mismísimo invierno, y una sola con el pelaje ligeramente más opaco, y de cuernos más grandes que el resto. Incluso su tamaño superaba a las demás.
—Este es mi rebaño, Yota-kun. En las mañanas, generalmente, tenemos una rutina para ellas y es de lo que deberás encargarte primero junto a MouKou. Tienes que llevar a las ovejas hasta una pradera no muy lejos de aquí, subiendo la empinada por la que viniste, y dejar que se alimenten. MouKou las arrea, así que sólo debes preocuparte de que ninguna se descarrile. Cuando hayan terminado, MouKou volverá a agruparlas para traerlas de vuelta al corral, ¿vale?
MouKou corrió hasta el portón de bambú, y le dio un mordisco a la cuerda. Tan sólo esperó la señal de Yota, para comenzar con la primera labor del día.