30/08/2017, 10:56
«Mierda, mierda, mierda...»
Unos pasos sonaban cada vez más cerca de donde se encontraban y Riko solo podía pensar en la bronca que les iba a echar Daichi si veía que no habían hecho mucho caso de su advertencia y, a pesar de no haber usado los cubos, habían usado otro método igual de brusco que éste, por lo que, aún a sabiendas de que no podría hacer nada, trató de secarlo todo lo más rápido posible.
— ¿Qué haceis vosotros aún aquí? Ha sido cosa de Daichi-kun, ¿a que sí? Ains, qué hombre este.
Aquella voz le tranquilizó, la conocía de sobra y sabía que no les iba a caer bronca alguna, la palabra amabilidad era la definición de aquella mujer, Akimichi Yakiro, que había sido su profesora en época de academia. Rápidamente le dio un pequeño pergamino a Shiori con el que podrían confirmar que habían completado sus misiones, tanto ella como el Senju y, tras quitarle hierro al asunto de que Shiori hubiera preferido ayudarle a él antes que realizar su tarea, con un movimiento demasiado rápido para alguien de la envergadura de Yuriko, dos shuriken salieron disparados, uno deshaciendo el clon, y el otro, cortando unos pelos del Riko real.
— En la academia no se hacen jutsus. Que ya no seas estudiante no significa que puedas hacer lo que quieras. Hala, ya podeis marcharos, yo me encargo.
El peliblanco se quedó atónito, quieto durante unos instantes y en cuanto pudo reaccionar, realizó una pronunciada reverencia.
— Lo siento, Yakiro-sensei, no volverá a suceder. — Y rápidamente siguió a la Uzumaki a la carrera, tratando de ponerse a su altura. — Venga, vamos a entregar los pergaminos y ya somos libres. -- Sonrió el joven y apretó la marcha, esperando que su compañera pillara la indirecta y corriera detrás suya hacia el edificio de la Uzukage.
Unos pasos sonaban cada vez más cerca de donde se encontraban y Riko solo podía pensar en la bronca que les iba a echar Daichi si veía que no habían hecho mucho caso de su advertencia y, a pesar de no haber usado los cubos, habían usado otro método igual de brusco que éste, por lo que, aún a sabiendas de que no podría hacer nada, trató de secarlo todo lo más rápido posible.
— ¿Qué haceis vosotros aún aquí? Ha sido cosa de Daichi-kun, ¿a que sí? Ains, qué hombre este.
Aquella voz le tranquilizó, la conocía de sobra y sabía que no les iba a caer bronca alguna, la palabra amabilidad era la definición de aquella mujer, Akimichi Yakiro, que había sido su profesora en época de academia. Rápidamente le dio un pequeño pergamino a Shiori con el que podrían confirmar que habían completado sus misiones, tanto ella como el Senju y, tras quitarle hierro al asunto de que Shiori hubiera preferido ayudarle a él antes que realizar su tarea, con un movimiento demasiado rápido para alguien de la envergadura de Yuriko, dos shuriken salieron disparados, uno deshaciendo el clon, y el otro, cortando unos pelos del Riko real.
— En la academia no se hacen jutsus. Que ya no seas estudiante no significa que puedas hacer lo que quieras. Hala, ya podeis marcharos, yo me encargo.
El peliblanco se quedó atónito, quieto durante unos instantes y en cuanto pudo reaccionar, realizó una pronunciada reverencia.
— Lo siento, Yakiro-sensei, no volverá a suceder. — Y rápidamente siguió a la Uzumaki a la carrera, tratando de ponerse a su altura. — Venga, vamos a entregar los pergaminos y ya somos libres. -- Sonrió el joven y apretó la marcha, esperando que su compañera pillara la indirecta y corriera detrás suya hacia el edificio de la Uzukage.
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»