30/08/2017, 15:36
La pelirroja vio como Riko se terminaba tumbando de nuevo, sucumbiendo a lo que catalogaba como una zona realmente tranquila. La chica no lo siguió, se limitó a sentarse e intentar disfrutar de la breve tranquilidad. El chico contestó a Aiko que ciertamente le resultaba como una buena sensación lo de pelear sin tener miedo a una represalia demasiado grave, pero también inquirió que quizás no era lo mejor. Si terminaban acostumbrándose a pelear tan solo de esa manera, quizás tomaran malas enseñanzas de ello, a causa de que nunca arriesgaban la vida. Ciertamente, tenía razón.
—Si, supongo que para una persona normal es así. Puede terminar confiándose, y morir por esa misma confianza sacada de una zona de confort. Pero también es cierto que para un genin este debería ser el único tipo de experiencias, el combate real está pensado para rangos superiores, para no poner en riesgo la vida de principiantes en éste mundo del ninjutsu.
Antes de que pudiese explicar, o recibir cuestiones de a qué se refería con "personas normales", ambos lograrían escuchar una petición de auxilio de lo mas alarmante. La voz pertenecía a un hombre, claramente, y sin duda alguna se acercaba hacia ellos. La chica se levantó rápidamente, como si tuviese un resorte en vez de piernas, y buscó con la mirada en pos de encontrar a la víctima.
«¡Mierda! Voy a tener que dejar de pasearme por esta maldita senda...» —Y se acabó de nuevo la tranquilidad...
No lo decía con malas, pero ciertamente si que era curioso, la tranquilidad a su alrededor últimamente duraba bien poco...
—Si, supongo que para una persona normal es así. Puede terminar confiándose, y morir por esa misma confianza sacada de una zona de confort. Pero también es cierto que para un genin este debería ser el único tipo de experiencias, el combate real está pensado para rangos superiores, para no poner en riesgo la vida de principiantes en éste mundo del ninjutsu.
Antes de que pudiese explicar, o recibir cuestiones de a qué se refería con "personas normales", ambos lograrían escuchar una petición de auxilio de lo mas alarmante. La voz pertenecía a un hombre, claramente, y sin duda alguna se acercaba hacia ellos. La chica se levantó rápidamente, como si tuviese un resorte en vez de piernas, y buscó con la mirada en pos de encontrar a la víctima.
«¡Mierda! Voy a tener que dejar de pasearme por esta maldita senda...» —Y se acabó de nuevo la tranquilidad...
No lo decía con malas, pero ciertamente si que era curioso, la tranquilidad a su alrededor últimamente duraba bien poco...