30/08/2017, 19:52
Sendos genin emprendieron la carrera, en busca de la susodicha cueva, donde el grupo de maleantes habían secuestrado a otros cuatro individuos. La carrera era bastante veloz, ninguno parecía querer dejar en manos del destino la suerte de esas personas, ya fuese o no verdad lo que éste presunto secuestrado había dicho. Al parecer, ninguno envió al garete la supuesta aventura, y ninguno de ellos buscó ayuda de la guardia de la capital, en busca de un respaldo.
Pasaron una primera cueva, de la cuál revisaron la entrada, y nada, no había dibujo. Continuaron, y avistaron una segunda cueva no demasiado lejos. En ésta tampoco hallaron nada sospechoso, ningún dibujo, ninguna señal apreciable. Así pues, continuaron la carrera, en busca de la la supuesta cueva del dragón rojo. No tardaron en hallar una tercera, un poco apartada del camino, y realmente lejos de donde inicialmente estaban.
«Pues si que ha corrido ese hombre... normal que le faltase el aliento...»
Sin embargo, aún quedaba por reconocer la cueva, aún no sabían si esa era la cueva, o si de verdad existía la cueva en si. Pronto, Riko confirmó que en la entrada —en el suelo— había un grabado que parecía ser un dragón rojo. Lo habían encontrado, habían encontrado el maldito dibujo. No cabía duda, ésta era la cueva de la que hablaba el hombre.
—Bueno, ésta es la cueva de la que hablaba al parecer...
Sin miedo alguno, la chica comenzó a andar hacia adentro, consciente de que bien podía ser una trampa —Vamos con cuidado. —inquirió, marcando un paso bien silencioso, un paso digno de cualquier shinobi que se apreciase.
Después de todo, ¿qué les quedaba si no el sigilo?
Pasaron una primera cueva, de la cuál revisaron la entrada, y nada, no había dibujo. Continuaron, y avistaron una segunda cueva no demasiado lejos. En ésta tampoco hallaron nada sospechoso, ningún dibujo, ninguna señal apreciable. Así pues, continuaron la carrera, en busca de la la supuesta cueva del dragón rojo. No tardaron en hallar una tercera, un poco apartada del camino, y realmente lejos de donde inicialmente estaban.
«Pues si que ha corrido ese hombre... normal que le faltase el aliento...»
Sin embargo, aún quedaba por reconocer la cueva, aún no sabían si esa era la cueva, o si de verdad existía la cueva en si. Pronto, Riko confirmó que en la entrada —en el suelo— había un grabado que parecía ser un dragón rojo. Lo habían encontrado, habían encontrado el maldito dibujo. No cabía duda, ésta era la cueva de la que hablaba el hombre.
—Bueno, ésta es la cueva de la que hablaba al parecer...
Sin miedo alguno, la chica comenzó a andar hacia adentro, consciente de que bien podía ser una trampa —Vamos con cuidado. —inquirió, marcando un paso bien silencioso, un paso digno de cualquier shinobi que se apreciase.
Después de todo, ¿qué les quedaba si no el sigilo?