1/09/2017, 16:45
—No pude verlo arriba, pensé que habia bajado y estaba aquí —comentó el médico amejin, mientras puntualizaba lo que para todos era obvio. Entonces Kaido le vio todas las intenciones cuando sus manos se envolvieron alrededor de sus labios—. ¡DAIIIGG-!
Antes de que su grito se pudiera convertir en un eco profundo que delatase su posición, el gyojin ya había logrado taparle la boca a Keisuke; arrastrándolo hacia atrás y ahincándose sobre su rostro con fuerza para que no continuara su alarido. Un muy claro shhh le inundaría el oído, para hacerle entender que gritar en medio del bosque con una horda de maleantes detrás de ellos no era una buena idea.
—¿Qué crees que haces, estúpido? —miró alrededor para cerciorarse de que el grupillo de maleantes no les hubiesen cogido la pista, aunque con cada minuto que pasaba, esa opción se iba haciendo más probable—. nos están siguiendo y a ti sólo se te ocurre gritar a todo pulmón.
Entonces volvió a echar un ojo a sus alrededores. Nada. No podía percibir nada cercano a ellos, hasta que... ese crack otra vez.
El escualo miró a Keisuke, sin saber qué hacer. ¿Corrían de ahí y dejaban a Daigo sólo, allí en donde fuera que estuviese?
—¡Kaido!, ¡Keisuke!. ¿¡Dónde estáis!?
¿¡Dónde estáis!?
estáis
táis...
Su voz rompió el silencio y se expandió a lo largo y ancho del bosque en un eco revelador. Tan revelador para él como para los otros, que le observaban fijamente desde una corteza cercana. Y así, de a poco, una serie de personas idénticas una de la otra —vestidos todos por el mismo conjunto negro, con máscaras cubriéndole mitad de rostro y con un kunai en la mano— comenzaron a rodearlo lentamente. Sus movimientos, lentos y descifrables. No corrían, tan sólo avanzaban parsimoniosamente uno detrás del otro para encerrar a Daigo en un círculo que se antojaba mortal.
Eran cinco. Cinco oponentes en total. ¿Qué haría Daigo?
Antes de que su grito se pudiera convertir en un eco profundo que delatase su posición, el gyojin ya había logrado taparle la boca a Keisuke; arrastrándolo hacia atrás y ahincándose sobre su rostro con fuerza para que no continuara su alarido. Un muy claro shhh le inundaría el oído, para hacerle entender que gritar en medio del bosque con una horda de maleantes detrás de ellos no era una buena idea.
—¿Qué crees que haces, estúpido? —miró alrededor para cerciorarse de que el grupillo de maleantes no les hubiesen cogido la pista, aunque con cada minuto que pasaba, esa opción se iba haciendo más probable—. nos están siguiendo y a ti sólo se te ocurre gritar a todo pulmón.
Entonces volvió a echar un ojo a sus alrededores. Nada. No podía percibir nada cercano a ellos, hasta que... ese crack otra vez.
El escualo miró a Keisuke, sin saber qué hacer. ¿Corrían de ahí y dejaban a Daigo sólo, allí en donde fuera que estuviese?
. . .
—¡Kaido!, ¡Keisuke!. ¿¡Dónde estáis!?
¿¡Dónde estáis!?
estáis
táis...
Su voz rompió el silencio y se expandió a lo largo y ancho del bosque en un eco revelador. Tan revelador para él como para los otros, que le observaban fijamente desde una corteza cercana. Y así, de a poco, una serie de personas idénticas una de la otra —vestidos todos por el mismo conjunto negro, con máscaras cubriéndole mitad de rostro y con un kunai en la mano— comenzaron a rodearlo lentamente. Sus movimientos, lentos y descifrables. No corrían, tan sólo avanzaban parsimoniosamente uno detrás del otro para encerrar a Daigo en un círculo que se antojaba mortal.
Eran cinco. Cinco oponentes en total. ¿Qué haría Daigo?