3/09/2017, 00:44
— Lo siento, Yakiro-sensei, no volverá a suceder. —
— No espero menos de ti, Riko-kun.
Eso fue lo último que le dijo a los muchachos que no estaban para despedidas, más bien emocionados a más no poder de haber completado una misión con éxito. Shiori se paró poco despues de salir para esperar al peliblanco y poner en común el plan, que era ir al edificio de la Uzukage a cobrar, por supuesto, pero para no tomar decisiones por separado. Sin embargo, Riko no estaba para tonterias y pasó a toda prisa alertando al pasar.
— Venga, vamos a entregar los pergaminos y ya somos libres.
— ¡Hey! ¡Espera!
Salió corriendo tras él, aunque todo lo que le faltaba en fuerza lo tenía en agilidad, apenas pudo mantenerse a una distancia constante del shinobi. Por suerte no había mucho trayecto por recorrer y en un par de minutos estaban en el famoso puente de madera que conectaba la villa con el edificio de la Uzukage.
— Eres... un impaciente...
Le diría mientras intentaba recobrar el aliento cuando finalmente se parase, seguramente en la puerta del lugar, porque como se le ocurriese entrar a toda prisa en el sitio con mayor tasa de personas cargadas con papeles por metro cuadrado del mundo la cosa podía acabar muy mal.
— No espero menos de ti, Riko-kun.
Eso fue lo último que le dijo a los muchachos que no estaban para despedidas, más bien emocionados a más no poder de haber completado una misión con éxito. Shiori se paró poco despues de salir para esperar al peliblanco y poner en común el plan, que era ir al edificio de la Uzukage a cobrar, por supuesto, pero para no tomar decisiones por separado. Sin embargo, Riko no estaba para tonterias y pasó a toda prisa alertando al pasar.
— Venga, vamos a entregar los pergaminos y ya somos libres.
— ¡Hey! ¡Espera!
Salió corriendo tras él, aunque todo lo que le faltaba en fuerza lo tenía en agilidad, apenas pudo mantenerse a una distancia constante del shinobi. Por suerte no había mucho trayecto por recorrer y en un par de minutos estaban en el famoso puente de madera que conectaba la villa con el edificio de la Uzukage.
— Eres... un impaciente...
Le diría mientras intentaba recobrar el aliento cuando finalmente se parase, seguramente en la puerta del lugar, porque como se le ocurriese entrar a toda prisa en el sitio con mayor tasa de personas cargadas con papeles por metro cuadrado del mundo la cosa podía acabar muy mal.