5/09/2017, 14:04
Juro tenía más dudas que un foro de dudas en una pagina de rol ninja, agudizó el oido esperando solventarlas escuchando otra vez ese sonido, pero ese sonido no volvió. Se sustituyó por el ruido que hace la ropa cuando la frotas contra una de esas cosas con muchos cilindros para lavar la ropa a mano.
Y cuando el shinobi ya solo esperaba acabar pronto para no llevarse una bronca apareció un muchacho de su edad por la puerta por la que había desaparecido la anciana, iba con el rostro lleno de mugre y un extraño mono azul, tenía tanto los ojos como el pelo marrones y un emparedado de pan de molde en la boca.
Se quedó congelado en cuanto vio a Juro. Obviamente el emparedado empezó a abrirse por el lado que no mordía por el peso de su contenido, lo cual le hizo descongelarse para agarrar su comida y asegurarse de que no se esparramaba todo.
— Dú edes el dinobi ede del drage de datata dlanca
Y entonces tragó y su cara se iluminó.
— Bua, tíooooo, ¡un shinobi! Impresionante. ¡Eh! ¡Abuela! Pues sí que es un shinobi de verdad, reconocería la bandana de mi villa en cualquier parte. Perdona, colega, mi vieja vieja se pensaba que eras un niño con aires de grandeza y mucho dinero para comprar disfraces. ¡Pero eres un shinobi de verdad!
Dio otro mordisco al emparedado y esta vez masticó y tragó antes de hablar, apoyandose en el mostrador.
— Bueno, ¿y qué? ¿Estás de misión secreta y necesitas el disfraz de bola de arroz para infiltrarte en una mafia de trata de arroces o algo así? Que sepas que aqui siempre encontraras aliados de los shinobi. Mis padres mismos fueron ninjas y palmaron, desde entonces me crió mi abuela. Me hubiera gustado ir a la academia pero era un negado y mi vieja vieja necesitaba ayuda con la cosa esta. Lavandería, eso, lavandería. Ahora tenemos maquinas chungas que lavan ropa y eso es demasiado para ella.
Volvió a prestarle atención a su olvidado bocadillo y le cedió el turno a Juro, para que contestase y llorase si quería.
Y cuando el shinobi ya solo esperaba acabar pronto para no llevarse una bronca apareció un muchacho de su edad por la puerta por la que había desaparecido la anciana, iba con el rostro lleno de mugre y un extraño mono azul, tenía tanto los ojos como el pelo marrones y un emparedado de pan de molde en la boca.
Se quedó congelado en cuanto vio a Juro. Obviamente el emparedado empezó a abrirse por el lado que no mordía por el peso de su contenido, lo cual le hizo descongelarse para agarrar su comida y asegurarse de que no se esparramaba todo.
— Dú edes el dinobi ede del drage de datata dlanca
Y entonces tragó y su cara se iluminó.
— Bua, tíooooo, ¡un shinobi! Impresionante. ¡Eh! ¡Abuela! Pues sí que es un shinobi de verdad, reconocería la bandana de mi villa en cualquier parte. Perdona, colega, mi vieja vieja se pensaba que eras un niño con aires de grandeza y mucho dinero para comprar disfraces. ¡Pero eres un shinobi de verdad!
Dio otro mordisco al emparedado y esta vez masticó y tragó antes de hablar, apoyandose en el mostrador.
— Bueno, ¿y qué? ¿Estás de misión secreta y necesitas el disfraz de bola de arroz para infiltrarte en una mafia de trata de arroces o algo así? Que sepas que aqui siempre encontraras aliados de los shinobi. Mis padres mismos fueron ninjas y palmaron, desde entonces me crió mi abuela. Me hubiera gustado ir a la academia pero era un negado y mi vieja vieja necesitaba ayuda con la cosa esta. Lavandería, eso, lavandería. Ahora tenemos maquinas chungas que lavan ropa y eso es demasiado para ella.
Volvió a prestarle atención a su olvidado bocadillo y le cedió el turno a Juro, para que contestase y llorase si quería.