5/09/2017, 15:18
— Bueno, me dejé llevar por la emoción. —
La joven solo pudo suspirar ante la rebosante energia del shinobi que se volvió a adelantar para entrar en el edificio sin esperarla. Despues de hacer tantos clones y estar frotando durante horas se pone a correr para volver a entregar la misión, o tenía una energia comparable a la de un bijuu o le llamaba más el dinero de lo que aparentaba.
Riko fue directo al mismo mostrador donde había pedido anteriormente la misión y la misma mujer le esperaba tras él.
— ¡Buenas! Venimos a confirmar que hemos finalizado la misión. —
— ¿Venimos? — la pelirroja apartó a un lado la cabeza para poder ver al segundo integrante de la pareja — Oh, Shiori-chan, vaya, vaya, te mando de misión y vuelves con un buen mozo por delante. Ya veras cuando se lo cuente a mamá.
La pobre kunoichi que venía tras Riko, cuando este por segunda vez la había dejado atrás no pudo hacer otra cosa que sonrojarse y suplicar piedad.
— ¿Qué? Kiyomi-neechan ¡Tú le has dado la misma misión que a mi! Además que yo no conocía a Riko de nada. Sé más profesional cuando trabajas. — protestó Shiori poniendole el pergamino sobre el mostrador de malas maneras.
— Bueeeeno, no te enfades que solo bromeaba. Tengo otra misión de rango D que es para dos, iba a preguntaros si la queríais, pero como no tienes nada que ver con el pobre Riko-chan, mejor la dejo para la siguiente pareja de genins que se presente. ¿no?
Mientras hablaba, revisó el pergamino y depositó en el mostrador dos pequeñas bolsitas con monedas. Shiori por su parte ya no sabía ni cómo estar, abochornada por su hermana mayor, enfurecida por ser abochornada o nerviosa por lo que Riko pudiese pensar.
— No tengo nada que hacer hoy... Lo que tú quieras, Riko-san.
Por primera vez hicieron participe al peliblanco en la conversación, ahora con dos pelirrojas pendientes de su respuesta. Una sonriendo entrañablemente ante la diversión de ver a su hermana roja como su pelo y nerviosa como un perro encontrandose con el tipico hueso que suena cuando lo muerde y empieza a dar vueltas alrededor del mismo con el corazón desbocado de tanto nervio, y la otra, dudosa y nerviosa por lo que él pudiese decir o pensar.
La joven solo pudo suspirar ante la rebosante energia del shinobi que se volvió a adelantar para entrar en el edificio sin esperarla. Despues de hacer tantos clones y estar frotando durante horas se pone a correr para volver a entregar la misión, o tenía una energia comparable a la de un bijuu o le llamaba más el dinero de lo que aparentaba.
Riko fue directo al mismo mostrador donde había pedido anteriormente la misión y la misma mujer le esperaba tras él.
— ¡Buenas! Venimos a confirmar que hemos finalizado la misión. —
— ¿Venimos? — la pelirroja apartó a un lado la cabeza para poder ver al segundo integrante de la pareja — Oh, Shiori-chan, vaya, vaya, te mando de misión y vuelves con un buen mozo por delante. Ya veras cuando se lo cuente a mamá.
La pobre kunoichi que venía tras Riko, cuando este por segunda vez la había dejado atrás no pudo hacer otra cosa que sonrojarse y suplicar piedad.
— ¿Qué? Kiyomi-neechan ¡Tú le has dado la misma misión que a mi! Además que yo no conocía a Riko de nada. Sé más profesional cuando trabajas. — protestó Shiori poniendole el pergamino sobre el mostrador de malas maneras.
— Bueeeeno, no te enfades que solo bromeaba. Tengo otra misión de rango D que es para dos, iba a preguntaros si la queríais, pero como no tienes nada que ver con el pobre Riko-chan, mejor la dejo para la siguiente pareja de genins que se presente. ¿no?
Mientras hablaba, revisó el pergamino y depositó en el mostrador dos pequeñas bolsitas con monedas. Shiori por su parte ya no sabía ni cómo estar, abochornada por su hermana mayor, enfurecida por ser abochornada o nerviosa por lo que Riko pudiese pensar.
— No tengo nada que hacer hoy... Lo que tú quieras, Riko-san.
Por primera vez hicieron participe al peliblanco en la conversación, ahora con dos pelirrojas pendientes de su respuesta. Una sonriendo entrañablemente ante la diversión de ver a su hermana roja como su pelo y nerviosa como un perro encontrandose con el tipico hueso que suena cuando lo muerde y empieza a dar vueltas alrededor del mismo con el corazón desbocado de tanto nervio, y la otra, dudosa y nerviosa por lo que él pudiese decir o pensar.