5/09/2017, 22:44
Ayame accedió a regañadientes a combatir contra él. Los muchachos siguieron comiendo la pasta durante un rato más, totalmente en silencio. Pese que a Daruu no le había pasado desapercibida la actitud de Ayame, la achacaba más al miedo que a la desgana, y sentía que si cedía aunque fuese un poco en su insistencia, no dudaría en lanzarse en los brazos de una negativa directa. De modo que cuando terminaron y Daruu hubo fregado los platos de la comida, fue a buscar a su pareja y extendió la mano para ayudarla a levantarse.
—Es la hora. Vamos.
Habían elegido uno de los dojos exteriores de Nishinoya: una plataforma de combate pétrea elevada dos metros por encima del césped del exterior, a algo de distancia, pegada a la falda de la montaña. Esa parte era recta por necesidad, y el resto de la estructura era un semicírculo de quince metros de punta a punta. Ellos estaban en el centro, cada uno a cinco metros del otro, y a siete y medio de la ladera de la cordillera. A Daruu, la pared le quedaba al flanco izquierdo. A Ayame, al derecho.
Daruu dejó el brazo izquierdo colgando y puso el derecho en jarra. Alzó una ceja y sonrió.
—Y bien, ¿cómo va a ser? —preguntó—. ¿Sólo Taijutsu, sin utilizar el Suika ni el Byakugan? ¿O vamos con todo? Lo digo por ti, que conste. Eres la que tenía miedo de las lesiones.
—Es la hora. Vamos.
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Habían elegido uno de los dojos exteriores de Nishinoya: una plataforma de combate pétrea elevada dos metros por encima del césped del exterior, a algo de distancia, pegada a la falda de la montaña. Esa parte era recta por necesidad, y el resto de la estructura era un semicírculo de quince metros de punta a punta. Ellos estaban en el centro, cada uno a cinco metros del otro, y a siete y medio de la ladera de la cordillera. A Daruu, la pared le quedaba al flanco izquierdo. A Ayame, al derecho.
Daruu dejó el brazo izquierdo colgando y puso el derecho en jarra. Alzó una ceja y sonrió.
—Y bien, ¿cómo va a ser? —preguntó—. ¿Sólo Taijutsu, sin utilizar el Suika ni el Byakugan? ¿O vamos con todo? Lo digo por ti, que conste. Eres la que tenía miedo de las lesiones.