10/09/2017, 17:56
Taiho estaba claramente impresionado. Al principio dio un paso hacia atrás, pero estaba en sobreaviso de los efectos secundarios que podían provocar los hilos. Jamás se hubiese imaginado, no obstante, que uno de los ninjas de Kusagakure que le habían enviado era una de las Reencarnaciones.
Tampoco había escuchado nada sobre el renacimiento del Hachibi. Eso sí que era una sorpresa bien grande.
Sin embargo...
—¿Conservar mi vida? —rio, mientras acercaba la mano al hilo de chakra verde—. Eres muy arrogante. Especialmente para ser un cadáver.
Taiho rozó un momento el torrente esmeralda con la punta del dedo índice. Inmediatamente, apareció junto a Yota. Golpeó su cuello con la fuerza de mil demonios, el brazo henchido en electricidad. Atravesó piel, carne, hueso... y decapitó al muchacho.
—Yota... -kun...
«Yota ha muerto.»
Yubiwa y Taeko corrieron, rodeando el árbol sagrado. Esquivando raíces tan grandes como casas enteras, saltando de una en una, cada vez más deprisa...
Lo que encontraron fue, quizás, la escena más grotesca que habían vivido nunca. Allí, en el otro lado del árbol, había un hombre con pantalón militar de camuflaje y un top negro, de cabello plateado. Estaba envuelto en una electricidad entre azulada y verdosa, y reía maniáticamente de espaldas a ellos. A cinco metros detrás de él, habían dos cosas... que debían haber sido una sola.
...estaba la cabeza de Yota.
Y estaba el cuerpo de Yota.
Y no estaban juntos.
Podrían haber armado un escándalo. Afortunadamente, Taeko era muda. Y Yubiwa... El jounin extendió la mano hacia la derecha, y con unos rápidos signos comunicó a Taeko una sencilla frase.
"Todo va a ir bien"
Yubiwa cerró el párpado izquierdo. Observó a Yota. Su ojo anular brilló de un dorado aún más brillante de lo usual, y se fijó en el lugar donde estaba Yota.
El espacio se curvó, y con él, el tiempo. Las rocas que había destrozado Taiho volvían a su sitio lentamente. El cuerpo y la cabeza de Yota gravitaron hacia arriba, se pusieron de pie y se volvieron a unir, y el muchacho abrió los ojos, como si sólo se hubiera quedado dormido unos minutos...
«Yota ha revivido.»
Tampoco había escuchado nada sobre el renacimiento del Hachibi. Eso sí que era una sorpresa bien grande.
Sin embargo...
—¿Conservar mi vida? —rio, mientras acercaba la mano al hilo de chakra verde—. Eres muy arrogante. Especialmente para ser un cadáver.
Taiho rozó un momento el torrente esmeralda con la punta del dedo índice. Inmediatamente, apareció junto a Yota. Golpeó su cuello con la fuerza de mil demonios, el brazo henchido en electricidad. Atravesó piel, carne, hueso... y decapitó al muchacho.
—Yota... -kun...
«Yota ha muerto.»
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Yubiwa y Taeko corrieron, rodeando el árbol sagrado. Esquivando raíces tan grandes como casas enteras, saltando de una en una, cada vez más deprisa...
Lo que encontraron fue, quizás, la escena más grotesca que habían vivido nunca. Allí, en el otro lado del árbol, había un hombre con pantalón militar de camuflaje y un top negro, de cabello plateado. Estaba envuelto en una electricidad entre azulada y verdosa, y reía maniáticamente de espaldas a ellos. A cinco metros detrás de él, habían dos cosas... que debían haber sido una sola.
...estaba la cabeza de Yota.
Y estaba el cuerpo de Yota.
Y no estaban juntos.
Podrían haber armado un escándalo. Afortunadamente, Taeko era muda. Y Yubiwa... El jounin extendió la mano hacia la derecha, y con unos rápidos signos comunicó a Taeko una sencilla frase.
"Todo va a ir bien"
Yubiwa cerró el párpado izquierdo. Observó a Yota. Su ojo anular brilló de un dorado aún más brillante de lo usual, y se fijó en el lugar donde estaba Yota.
El espacio se curvó, y con él, el tiempo. Las rocas que había destrozado Taiho volvían a su sitio lentamente. El cuerpo y la cabeza de Yota gravitaron hacia arriba, se pusieron de pie y se volvieron a unir, y el muchacho abrió los ojos, como si sólo se hubiera quedado dormido unos minutos...
«Yota ha revivido.»
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