14/09/2017, 15:39
La pelirroja corrió hacia el lugar que la mujer le había indicado, allí vería un juego de llaves, no demasiado amplio por lo que probando una a una conseguiría descubrir cual era la indicada en no demasiado tiempo, por lo que, rápidamente, la genin había conseguido cumplir una parte de su cometido, sacar a los presos, ahora solo quedaba llevarles a un lugar seguro y, por qué no, reunirse de nuevo con Riko, que aún estaba tratando de entretener a los malhechores.
—Mantened la calma, y seguidme, os guiaré hasta la guardia de la ciudad, y os pondré a salvo. Pero por favor, sigan todas mis instrucciones.
Todos los presentes asintieron, saliendo ordenadamente de su prisión, esperando que la chica les guiase hacia su libertad, en fila de a uno y ansiosos por salir de aquel lugar de una vez.
Riko corría, la vida le iba en ello pues tres hombres malos, como el hombre les había definido, le estaban persiguiendo tratando de hacerle cualquier cosa. Había recorrido la cueva entera y estaba a punto de salir al aire libre, en cuanto notó los primeros rayos de sol en la cara torció a la derecha, quedando oculto ante la vista de sus perseguidores y, con un sello del carnero, desapareció del lugar, situándose en la rama de un árbol cercano, evitando ser visto por los tres hombres, que en cuanto salieron de la cueva, pararon su carrera.
— ¿Dónde coño está? ¡Cómo se vuelva a escapar lo vais a pagar vosotros! ¡Así que poneos a buscar!
Los dos hombres, visiblemente nerviosos comenzaron a buscar al peliblanco con todos sus esfuerzos, peinando la zona inmediata a su escondite.
«Tengo que alejarlos un poco más... Pero tengo que descansar.»
La respiración del Senju estaba siendo algo entrecortada, aquella carrera le había pasado factura, pero sabía que tenía que seguir alejando a aquellos hombres, al menos para que Aiko consiguiera sacar a todo el mundo de allí.
—Mantened la calma, y seguidme, os guiaré hasta la guardia de la ciudad, y os pondré a salvo. Pero por favor, sigan todas mis instrucciones.
Todos los presentes asintieron, saliendo ordenadamente de su prisión, esperando que la chica les guiase hacia su libertad, en fila de a uno y ansiosos por salir de aquel lugar de una vez.
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Riko corría, la vida le iba en ello pues tres hombres malos, como el hombre les había definido, le estaban persiguiendo tratando de hacerle cualquier cosa. Había recorrido la cueva entera y estaba a punto de salir al aire libre, en cuanto notó los primeros rayos de sol en la cara torció a la derecha, quedando oculto ante la vista de sus perseguidores y, con un sello del carnero, desapareció del lugar, situándose en la rama de un árbol cercano, evitando ser visto por los tres hombres, que en cuanto salieron de la cueva, pararon su carrera.
— ¿Dónde coño está? ¡Cómo se vuelva a escapar lo vais a pagar vosotros! ¡Así que poneos a buscar!
Los dos hombres, visiblemente nerviosos comenzaron a buscar al peliblanco con todos sus esfuerzos, peinando la zona inmediata a su escondite.
«Tengo que alejarlos un poco más... Pero tengo que descansar.»
La respiración del Senju estaba siendo algo entrecortada, aquella carrera le había pasado factura, pero sabía que tenía que seguir alejando a aquellos hombres, al menos para que Aiko consiguiera sacar a todo el mundo de allí.
~ Narro ~ Hablo ~ «Pienso»