20/09/2017, 18:47
Tras las palabras de la chica a Riko, los samurais comenzaron a irse con los presos con ellos. El joven comenzó a recobrar un poco su color habitual, que tampoco es que fuese mucho mas oscuro, y poco a poco intentó contestar a la chica. A su ritmo, recobrando la serenidad —al menos un poco—, Riko contestó que pensaba que lo haría papilla. Obviamente, era una posibilidad, pero eso solo provocaría una repercusión aún mas grave.
—Tenerlos bajo esa amenaza me dejaba retener a 3 personas por un buen tiempo. No iban a arriesgar la vida del jefe por nada, no podían hacerlo sin estar seguros. Sin embargo, matar al jefe solo provocaría que los otros dos tomasen represalia, así como que me pudiesen culpar de asesinato... saldría perdiendo, aunque podría haberlo hecho.
Riko no tardó en admitir que quería ir de nuevo a la planicie donde se conocieron, en pos de recuperar un poco la calma en su vida. Sin duda, no era algo a reprocharle, no podía echarle en cara algo así. Había sido una tarde movidita, y de eso no cabía duda.
—Si, tienes toda la razón... aunque en mi caso, como no vaya a casa, no creo que encuentre descanso. Es increíble, pero siempre acabo en jaleos de éste tipo... —confesó la chica.
»En fin, ha sido todo un placer tenerte como aliado... y conocerte.
Sin venir a cuento, la chica le propinó un beso en la mejilla. Tras ello, continuaría caminando, sobrepasandole, y caminando hasta perderse de su vista.
—Tenerlos bajo esa amenaza me dejaba retener a 3 personas por un buen tiempo. No iban a arriesgar la vida del jefe por nada, no podían hacerlo sin estar seguros. Sin embargo, matar al jefe solo provocaría que los otros dos tomasen represalia, así como que me pudiesen culpar de asesinato... saldría perdiendo, aunque podría haberlo hecho.
Riko no tardó en admitir que quería ir de nuevo a la planicie donde se conocieron, en pos de recuperar un poco la calma en su vida. Sin duda, no era algo a reprocharle, no podía echarle en cara algo así. Había sido una tarde movidita, y de eso no cabía duda.
—Si, tienes toda la razón... aunque en mi caso, como no vaya a casa, no creo que encuentre descanso. Es increíble, pero siempre acabo en jaleos de éste tipo... —confesó la chica.
»En fin, ha sido todo un placer tenerte como aliado... y conocerte.
Sin venir a cuento, la chica le propinó un beso en la mejilla. Tras ello, continuaría caminando, sobrepasandole, y caminando hasta perderse de su vista.