24/09/2017, 13:45
—¡Estoy bien, Kaido-san!
Kaido se llevó las manos al rostro, y secó su frente sudada. Tan aliviado como podía estar tras escuchar a la muchacha, respondió:
—Joder, Eri-chan, ¡te lo dije! hay que tener mucho cuidado en estas putas cuevas.
—¡Kaido-san! ¡Aquí hay un camino con antorchas! ¿Subo o bajas para investigar?
Aquel error, sin embargo, le había permitido descubrir algo importante. Y es que ahí, en el fondo de aquel agujero que parecía llevar al mismísimo inframundo, la kunoichi descubrió el flamante paso iluminado que se abría desconocido frente a ella. Según sus palabras, un sinfín de antorchas que iluminaban el camino perdido.
Kaido lo meditó un segundo, pero entonces tomó la decisión de bajar. Y lo hizo con más propiedad que la uzujin, priorizando que al final de la caída pudiera caer de pie. Sus dos botas tocaron el suelo con fuerza y levantaron algo de polvo, generando un potente eco a lo largo de la cueva.
Luego, miró a Eri. La miró con reprimenda, con los ojos de quien se sabe totalmente jodido si llegase a permitir que Eri muriese, ahora tan metido en el lodo como ella, como si de pronto la uzujin se hubiese convertido en su total responsabilidad.
Luego miró el trayecto iluminado, que en algún momento terminaba convirtiéndose en una oscura pared lúgubre. Tendrían que avanzar para descubrir más de aquel pasillo subterráneo.
—Iré yo adelante, pero estate cerquita, por si las moscas.
El escualo frunció el ceño, se frotó las manos en su pantalón y empezó a caminar para desvelar tan pronto como le fuera posible si aquel rumor que les había llevado hasta ahí era real.
Kaido se llevó las manos al rostro, y secó su frente sudada. Tan aliviado como podía estar tras escuchar a la muchacha, respondió:
—Joder, Eri-chan, ¡te lo dije! hay que tener mucho cuidado en estas putas cuevas.
—¡Kaido-san! ¡Aquí hay un camino con antorchas! ¿Subo o bajas para investigar?
Aquel error, sin embargo, le había permitido descubrir algo importante. Y es que ahí, en el fondo de aquel agujero que parecía llevar al mismísimo inframundo, la kunoichi descubrió el flamante paso iluminado que se abría desconocido frente a ella. Según sus palabras, un sinfín de antorchas que iluminaban el camino perdido.
Kaido lo meditó un segundo, pero entonces tomó la decisión de bajar. Y lo hizo con más propiedad que la uzujin, priorizando que al final de la caída pudiera caer de pie. Sus dos botas tocaron el suelo con fuerza y levantaron algo de polvo, generando un potente eco a lo largo de la cueva.
Luego, miró a Eri. La miró con reprimenda, con los ojos de quien se sabe totalmente jodido si llegase a permitir que Eri muriese, ahora tan metido en el lodo como ella, como si de pronto la uzujin se hubiese convertido en su total responsabilidad.
Luego miró el trayecto iluminado, que en algún momento terminaba convirtiéndose en una oscura pared lúgubre. Tendrían que avanzar para descubrir más de aquel pasillo subterráneo.
—Iré yo adelante, pero estate cerquita, por si las moscas.
El escualo frunció el ceño, se frotó las manos en su pantalón y empezó a caminar para desvelar tan pronto como le fuera posible si aquel rumor que les había llevado hasta ahí era real.