25/09/2017, 13:55
Sentía que tenía la sartén por el mango, en aquella situación Taiho parecía estar jodido, entre la espada y la pared, literalmente. Pero el raitonero parecía aún tener algún que otro as en la manga. con confianza volvió a reírse delante de mis narices, menospreciandome y haciendo alusión a mi arrogancia y aparente estupidez. Lo cierto es que cualquiera en su sano juicio hubiera rajado su gaznate y se hubiera bañado en las angre de su presa. Pero estaba demasiado furioso como para poder razonar una mierda.
Hubo una explosión de chakra dentro del brazo de chakra morado, este cedió y aquella capa de chakra volvió a envolver al enemigo.
«Mierda»
Traté de hacerle el golpe final con la katana pero fue demasiado tarde, tanto que el arma salió despedida, clavándose en el suelo y yo empecé a recibir golpes a cada cual más potente, sintiendo como que en cada uno de ellos se iba un pedazo de mi vida hasta que me vi levitando en el aire y en el suelo, Taiho repleto de confianza y determinación. Alzó su brazo y pude ver la más absoluta de las satisfacciones dibujada en su sonrisa.
Instantes después sentí que todo se había acabado.
Aquella lanza electrificada avanzó con tanta rapidez que simplemente, una vez más, no pude hacer nada, atravesó mi ropa y mis entrañas como un palillo de madera perfora un dango.
— ¡Ugh! — grité completamente dolorido.
No llegué a caer. No todavía. Seguía en el aire, sostenido por el jutsu que iba a sepultarme al mismo tiempo que tosía sangre de forma descontrolada. con los ojos entrecerradas para paliar el dolor vi como cerraba el puño a la espera de que Taeko rectificase y abandonase a Taiho para ayudar a su aldea, a la aldea que había jurado proteger del mal luciendo aquella bandana. Pero entonces la suerte me abandonó por completo.
Los músculos se vieron perforados irremediablemente, los huesos partidos, la piel devorada y por varios puntos de mi cuerpo salieron como astillas enfurecidas lanzas electrificadas, derivadas de la original.
Fui liberado de la técnica y mi cuerpo cayó a plomo siendo mi rostro lo que impacto con el suelo, rompiendo la nariz y sangrando por ella. supe que el cálido abrazo de aquel líquido vital firmaba mi fin. Se había acabado. Finalmente había fallado. Ahora todo dependía de Taeko.
«L-lo.. siento, Gyu...ki-kun»
El bijuu también se lamentó pero en un último esfuerzo su capa morada trataba de sanarme a pasos agigantados. Sin embargo, los pasos de mi verdugo resonaban en mi cabeza y solo podía alzar la mirada como podía, descontando los segundos para mi final fatal. Como el que había sufrido Yubiwa instantes atrás. el puto Taiho iba a salirse con la suya.
— Mag...ne... — trataba de gritar, de darle una consigna a Taeko, pero apenas disfrutaba de un ápice de fuerza. Era inútil.
Taiho se detuvo en un grito y abrí dos ojos como platos. Vi dos shuriken pasar de largo y estos volvieron a su víctima, el otro estaba clavado en la espalda del enemigo. Entonces Taeko se convirtió en el objetivo prioritario a eliminar.
«¡Taeko-chan!»
El Hachibi seguía haciendo lo suyo, sanandome tan rápido como podía. Cerrando las heridas, la nariz ya no sangraba.
Taiho estaba montado en cólera y no dudaba, sabía muy bien lo que se hacía, ¿O quizás no? Tomó por el cuello a Taeko y le gritó arrojándola encima del cadáver de Yubiwa y entonces trató de manchar mi fuuma shuriken con la sangre de mi camarada pero pasó por alto su jutsu. Se había condenado por completo y el shuriken rectificó en la trayectoria cortandole el gaznate dividiendo su cuerpo e dos, justo como debería haber quedado mi cuerpo en un principio, qué irónico todo, ¿Eh?
El hilo terminó por desaparecer, el chakra del bijuu se fue disipando pero seguía en mi interior. Yo viviría para contar aquello aunque sin saber que seguía allí ni que Sid lo introdujo y lo único que rondaba mi cabeza era porque me abandonaron a mi puta suerte solo en aquella barcaza, ni como había llegado Yubiwa a estar ¿Muerto?
Habían pasado muchas cosas y apenas sabía tan pocas. Trataba de levantarme pero entonces me di cuenta de que estaba lesionado... por dentro. Dolía horrores todo y solo quería volver a casa. Finalmente lo logré y caminé como pude hasta Taeko y Yubiwa.
— ¿Estás bien, Taeko-chan? Tenemos... — Hostias, Yubiwa no estaba muerto. Estaba en las últimas pero no estaba muerto. Hizo acopió de la vitalidad que restaba en su cuerpo para pedir una última voluntad. Un par de lágrimas de tristeza y rabia descendieron por mis mejillas — ¡Yubiwa! ¿Qué? ¿El rio? Está bien...
Traté de colocar mi cuello por debajo de uno de sus brazos para levantarlo, pero iba a necesitar de la colaboración de la muchacha.
— Vamos, Taeko, ayudame
Si Taeko ayudaba podríamos llegar hasta el rio y cumplir el último deseo de aquel hombre.
«¿De donde saldrá todo ese chakra que siento?»
Hubo una explosión de chakra dentro del brazo de chakra morado, este cedió y aquella capa de chakra volvió a envolver al enemigo.
«Mierda»
Traté de hacerle el golpe final con la katana pero fue demasiado tarde, tanto que el arma salió despedida, clavándose en el suelo y yo empecé a recibir golpes a cada cual más potente, sintiendo como que en cada uno de ellos se iba un pedazo de mi vida hasta que me vi levitando en el aire y en el suelo, Taiho repleto de confianza y determinación. Alzó su brazo y pude ver la más absoluta de las satisfacciones dibujada en su sonrisa.
Instantes después sentí que todo se había acabado.
Aquella lanza electrificada avanzó con tanta rapidez que simplemente, una vez más, no pude hacer nada, atravesó mi ropa y mis entrañas como un palillo de madera perfora un dango.
— ¡Ugh! — grité completamente dolorido.
No llegué a caer. No todavía. Seguía en el aire, sostenido por el jutsu que iba a sepultarme al mismo tiempo que tosía sangre de forma descontrolada. con los ojos entrecerradas para paliar el dolor vi como cerraba el puño a la espera de que Taeko rectificase y abandonase a Taiho para ayudar a su aldea, a la aldea que había jurado proteger del mal luciendo aquella bandana. Pero entonces la suerte me abandonó por completo.
Los músculos se vieron perforados irremediablemente, los huesos partidos, la piel devorada y por varios puntos de mi cuerpo salieron como astillas enfurecidas lanzas electrificadas, derivadas de la original.
Fui liberado de la técnica y mi cuerpo cayó a plomo siendo mi rostro lo que impacto con el suelo, rompiendo la nariz y sangrando por ella. supe que el cálido abrazo de aquel líquido vital firmaba mi fin. Se había acabado. Finalmente había fallado. Ahora todo dependía de Taeko.
«L-lo.. siento, Gyu...ki-kun»
El bijuu también se lamentó pero en un último esfuerzo su capa morada trataba de sanarme a pasos agigantados. Sin embargo, los pasos de mi verdugo resonaban en mi cabeza y solo podía alzar la mirada como podía, descontando los segundos para mi final fatal. Como el que había sufrido Yubiwa instantes atrás. el puto Taiho iba a salirse con la suya.
— Mag...ne... — trataba de gritar, de darle una consigna a Taeko, pero apenas disfrutaba de un ápice de fuerza. Era inútil.
Taiho se detuvo en un grito y abrí dos ojos como platos. Vi dos shuriken pasar de largo y estos volvieron a su víctima, el otro estaba clavado en la espalda del enemigo. Entonces Taeko se convirtió en el objetivo prioritario a eliminar.
«¡Taeko-chan!»
El Hachibi seguía haciendo lo suyo, sanandome tan rápido como podía. Cerrando las heridas, la nariz ya no sangraba.
Taiho estaba montado en cólera y no dudaba, sabía muy bien lo que se hacía, ¿O quizás no? Tomó por el cuello a Taeko y le gritó arrojándola encima del cadáver de Yubiwa y entonces trató de manchar mi fuuma shuriken con la sangre de mi camarada pero pasó por alto su jutsu. Se había condenado por completo y el shuriken rectificó en la trayectoria cortandole el gaznate dividiendo su cuerpo e dos, justo como debería haber quedado mi cuerpo en un principio, qué irónico todo, ¿Eh?
El hilo terminó por desaparecer, el chakra del bijuu se fue disipando pero seguía en mi interior. Yo viviría para contar aquello aunque sin saber que seguía allí ni que Sid lo introdujo y lo único que rondaba mi cabeza era porque me abandonaron a mi puta suerte solo en aquella barcaza, ni como había llegado Yubiwa a estar ¿Muerto?
Habían pasado muchas cosas y apenas sabía tan pocas. Trataba de levantarme pero entonces me di cuenta de que estaba lesionado... por dentro. Dolía horrores todo y solo quería volver a casa. Finalmente lo logré y caminé como pude hasta Taeko y Yubiwa.
— ¿Estás bien, Taeko-chan? Tenemos... — Hostias, Yubiwa no estaba muerto. Estaba en las últimas pero no estaba muerto. Hizo acopió de la vitalidad que restaba en su cuerpo para pedir una última voluntad. Un par de lágrimas de tristeza y rabia descendieron por mis mejillas — ¡Yubiwa! ¿Qué? ¿El rio? Está bien...
Traté de colocar mi cuello por debajo de uno de sus brazos para levantarlo, pero iba a necesitar de la colaboración de la muchacha.
— Vamos, Taeko, ayudame
Si Taeko ayudaba podríamos llegar hasta el rio y cumplir el último deseo de aquel hombre.
«¿De donde saldrá todo ese chakra que siento?»
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa