Parranda nocturna

[Sasagani Yota]

Una vez bajé me dieron ganas de vomitar lo que había comido toda la semana, ¿Como tuvo las entrañas suficientes como para meterse ahí el muy cabrón? Supongo que la foto valía más que su vida, porque de no ser así, es terriblemente asombroso lo estúpido que podía llegar a ser ese desgraciado.

Eri fue inteligente y no bajo. Mientras tanto yo seguía con mis arcadas.

—Creo... Creo que mejor voy a hablar con Datsue... —alegó la joven tapándose la nariz, por lo que el sonido de su voz sonó más nasal que de costumbre —. Suerte...

Volví la mirada a ella y sentí la necesidad de irme de aquel sitio cuanto antes. Ya habría tiempo de ajustar cuentas con ese mirón. Pero al parecer ese día no iba a ser hoy. Cuando volví a la calle la muchacha de Uzushio ya se había ido y la verdad, tras los mareos lo que me apetecía era irme a casa y pegarme una buena ducha. Bueno, casa, Kitanoya, tanto monta, monta tanto, nos entendemos.

Así que eso fue lo que hice, antes de que la vieja alarmase a los guardias y pasase, por lo menos, aquella noche en el calabozo.