27/09/2017, 16:42
¡Había resultado! Taiho había quedado magnetizado por el primer shuriken y luego había recibido los otros dos en la espalda. Sin embargo, y como era de esperarse, se había enfurecido y había arremetido contra Taeko. La fémina intentó adelantarse y tomar los otros shuriken que había soltado, pero no tuvo el tiempo suficiente. El hombre la lanzó al aire de un golpe. La peliplateada solo se dio cuenta de qué había sucedido hasta que golpeó el suelo, varios metros lejos de donde estaba antes. El golpe y el impacto la habían dejado mucho más adolorida, y hasta mareada. Su herida, aunque superficial, seguía sangrando.
Taeko intentó levantarse, pero volvió a caer. Su cuerpo le dolía demasiado. Sin embargo, al alzar la mirada, pudo ver a Yubiwa cerca de ella. Estaba recostado boca abajo, y... ¡se movía! Respiraba muy lentamente. Taeko no se había dado cuenta de que continuaba llorando, pero ver al jounin reavivó la esperanza en su herido pecho.
Escuchó entonces el grito de Taiho, y la peliplateada se viró rápidamente, viendo al voltearse el fuuma shuriken acercándosele a gran velocidad. Pero había algo extraño. En el brevísimo instante en que el enorme proyectil estuvo en el aire, sintió algo con él.
"Un campo magnético..." pensó con una levísima sonrisa. Luego vio cómo el shuriken volaba de regreso al hombre y lo decapitaba, como si de justicia poética se tratase. El corazón de Taeko dio un saltito. Había... ¿había matado a alguien?
Llevó sus fuerzas a sus piernas y brazos, y se forzó a ponerse de pie. Los golpes y el corte, aunados al cansancio del viaje previo, mermaban sus capacidades. Pero tenía que levantarse. Yubiwa les dijo entonces que quería que lo llevaran al agua. Yota, quien al parecer se había recuperado del jutsu del enemigo ("¿Habrá sido ese chakra extraño?" se le había adelantado. Taeko asintió con fuerza.
Su hanfu estaba sucio y manchado de sangre. En su rostro escurrían lágrimas que hacían lodo con el polvo. Pero se colocó del lado izquierdo de Yubiwa, y asistió al otro genin en llevar al peliazul al cuerpo de agua. Mientras andaban, Taeko volteó hacia atrás. El hilo, aquello que habían ido a proteger, se había desvanecido. La fémina escuchó la voz de aquella niña pelirroja, en forma de risita, una última vez. Y luego nada.
"Hemos... fallado... ¿pero cómo? ¿Quién lo tomó si todos peleábamos contra ese hombre?"
Sintió algo similar a lo que había sentido cuando estaba en la reunión con todos, allá en Kusagakure. Un recuerdo en el fondo de su cabeza, algo que tal vez nunca más volvería a recordar. Suspiró y se dispuso a ayudar a Yubiwa a acercarse al agua. Una esperanza tonta en su interior deseó que el agua fuese milagrosa y salvara a Yubiwa... Comenzó a llorar de nuevo, como si no fuese una kunoichi entrenada para combate, sino como la niña delicada y frágil que era.
Taeko intentó levantarse, pero volvió a caer. Su cuerpo le dolía demasiado. Sin embargo, al alzar la mirada, pudo ver a Yubiwa cerca de ella. Estaba recostado boca abajo, y... ¡se movía! Respiraba muy lentamente. Taeko no se había dado cuenta de que continuaba llorando, pero ver al jounin reavivó la esperanza en su herido pecho.
Escuchó entonces el grito de Taiho, y la peliplateada se viró rápidamente, viendo al voltearse el fuuma shuriken acercándosele a gran velocidad. Pero había algo extraño. En el brevísimo instante en que el enorme proyectil estuvo en el aire, sintió algo con él.
"Un campo magnético..." pensó con una levísima sonrisa. Luego vio cómo el shuriken volaba de regreso al hombre y lo decapitaba, como si de justicia poética se tratase. El corazón de Taeko dio un saltito. Había... ¿había matado a alguien?
Llevó sus fuerzas a sus piernas y brazos, y se forzó a ponerse de pie. Los golpes y el corte, aunados al cansancio del viaje previo, mermaban sus capacidades. Pero tenía que levantarse. Yubiwa les dijo entonces que quería que lo llevaran al agua. Yota, quien al parecer se había recuperado del jutsu del enemigo ("¿Habrá sido ese chakra extraño?" se le había adelantado. Taeko asintió con fuerza.
Su hanfu estaba sucio y manchado de sangre. En su rostro escurrían lágrimas que hacían lodo con el polvo. Pero se colocó del lado izquierdo de Yubiwa, y asistió al otro genin en llevar al peliazul al cuerpo de agua. Mientras andaban, Taeko volteó hacia atrás. El hilo, aquello que habían ido a proteger, se había desvanecido. La fémina escuchó la voz de aquella niña pelirroja, en forma de risita, una última vez. Y luego nada.
"Hemos... fallado... ¿pero cómo? ¿Quién lo tomó si todos peleábamos contra ese hombre?"
Sintió algo similar a lo que había sentido cuando estaba en la reunión con todos, allá en Kusagakure. Un recuerdo en el fondo de su cabeza, algo que tal vez nunca más volvería a recordar. Suspiró y se dispuso a ayudar a Yubiwa a acercarse al agua. Una esperanza tonta en su interior deseó que el agua fuese milagrosa y salvara a Yubiwa... Comenzó a llorar de nuevo, como si no fuese una kunoichi entrenada para combate, sino como la niña delicada y frágil que era.
SILENCE
〘When deed speaks, words are nothing.〙
"Pienso" (thistle) ❀ ≫Escribo (orchid)
¡Visita El rincón de traducción de Taekūran!
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