27/09/2017, 19:21
Taeko accedió y no tardo en hacer lo mismo que estaba haciendo yo, pero por el otro lado. Así, entre ambos, y haciendo acopió de las fuerzas que permanecían en nuestros magullados cuerpos levantamos como pudimos el cuerpo del jonnin, caminando a trompicones en dirección al rio, al cual Yubiwa tantas ganas de ir, para despedirse de este mundo.
—De... dejadme aquí. Aquí mismo
El rio, por su parte, presentaba un aspecto muy distinto al que recordaba de antes de la pelea. Como si la marea hubiese descendido dramáticamente o hubiesen cerrado el grifo y por ello su nivel era bastante inferior a entonces.
Yubiwa, ajeno a todo se fue asomando al líquido hasta ver la masacre que le habían hecho en el rostro. Se me hizo un nudo en la garganta viendo su reacción, como si no se reconociera. Sentía la necesidad de hacer algo, pero no podía hacer nada, en su lugar mis pies se movían para atrás, mirando a Taeko, con miedo por como pudiese reaccionar nuestro mentor.
Entonces, hubo un brillo y una especie de chakra extraño abrazó el cuerpo de Yubiwa mientras él seguía observándose gracias a aquel espejo natural. Aquel chakra emitió una especie de explosión e irremediablemente me vi expulsado hacia atrás. Sin poder hacer nada para evitarlo, me golpee al aterrizar con una roca en la espalda y emití un gemido mientras mi mano diestra se dirigía a la zona del impacto, acariciándola para aliviar el dolor. Mi vista, seguía fijada e intrigada en nuestro superior. Su pelo había cambiado, como si no hubiera luchado y entonces se dio la vuelta con los ojos cerrados y los párpados enrojecidos.
«¡Se ha curado!» fue lo único que llegué a pensar
Rápidamente traté de localizar a Taeko. Estaba cerca, también habíasido arrollada por la onda expansiva así que fui hacia ella y le tome las manos con delicadeza para levantarla
— ¡Estamos todos vivos, Taeko-chan! — la abracé con fuerza, la fuerza de la que disponía mi magullado cuerpo — ¡TODOS VIVOOOOOOS!
Estaba tan feliz, tan, pero tan feliz que no pude evitarlo.
Nuestros cuerpos se separaron y acto seguido uní mis labios con los suyos en un fugaz beso. Fue repentino, o estaba planeado, mi conciencia había actuado sola y... yo qué sé, fue instintivo.
— Esto... jeje... lo siento... —
—Jóvenes. —Sonrió—. ¿Alguno de los dos sería tan amable de buscar mi kasa, por favor?
— ¿Eh? Claro, claro, aguarda un momentito, Yubiwa-dono
Era la excusa perfecta para no recibir el odio de Taeko por lo que acababa de hacer. ¿Por qué lo hice? No... no sabría decir, pero la verdad es que lo hice y lo más preocupante, me había gustado hacerlo. En cualquier caso, volví a la zona donde hubo la pelea, recogí mi espada, que seguía clavada en el suelo y la guardé en su funda, lo mismo hice con el arma del crimen, mi fuuma shuriken y luego vi que el kasa de Yubiwa estaba cerca del árbol sagrado, lo recogí y me dispuse a regresar donde había dejado a mis camaradas.
— Aquí tienes el kasa dije, entregándoselo con una sonrisa
—De... dejadme aquí. Aquí mismo
El rio, por su parte, presentaba un aspecto muy distinto al que recordaba de antes de la pelea. Como si la marea hubiese descendido dramáticamente o hubiesen cerrado el grifo y por ello su nivel era bastante inferior a entonces.
Yubiwa, ajeno a todo se fue asomando al líquido hasta ver la masacre que le habían hecho en el rostro. Se me hizo un nudo en la garganta viendo su reacción, como si no se reconociera. Sentía la necesidad de hacer algo, pero no podía hacer nada, en su lugar mis pies se movían para atrás, mirando a Taeko, con miedo por como pudiese reaccionar nuestro mentor.
Entonces, hubo un brillo y una especie de chakra extraño abrazó el cuerpo de Yubiwa mientras él seguía observándose gracias a aquel espejo natural. Aquel chakra emitió una especie de explosión e irremediablemente me vi expulsado hacia atrás. Sin poder hacer nada para evitarlo, me golpee al aterrizar con una roca en la espalda y emití un gemido mientras mi mano diestra se dirigía a la zona del impacto, acariciándola para aliviar el dolor. Mi vista, seguía fijada e intrigada en nuestro superior. Su pelo había cambiado, como si no hubiera luchado y entonces se dio la vuelta con los ojos cerrados y los párpados enrojecidos.
«¡Se ha curado!» fue lo único que llegué a pensar
Rápidamente traté de localizar a Taeko. Estaba cerca, también habíasido arrollada por la onda expansiva así que fui hacia ella y le tome las manos con delicadeza para levantarla
— ¡Estamos todos vivos, Taeko-chan! — la abracé con fuerza, la fuerza de la que disponía mi magullado cuerpo — ¡TODOS VIVOOOOOOS!
Estaba tan feliz, tan, pero tan feliz que no pude evitarlo.
Nuestros cuerpos se separaron y acto seguido uní mis labios con los suyos en un fugaz beso. Fue repentino, o estaba planeado, mi conciencia había actuado sola y... yo qué sé, fue instintivo.
— Esto... jeje... lo siento... —
—Jóvenes. —Sonrió—. ¿Alguno de los dos sería tan amable de buscar mi kasa, por favor?
— ¿Eh? Claro, claro, aguarda un momentito, Yubiwa-dono
Era la excusa perfecta para no recibir el odio de Taeko por lo que acababa de hacer. ¿Por qué lo hice? No... no sabría decir, pero la verdad es que lo hice y lo más preocupante, me había gustado hacerlo. En cualquier caso, volví a la zona donde hubo la pelea, recogí mi espada, que seguía clavada en el suelo y la guardé en su funda, lo mismo hice con el arma del crimen, mi fuuma shuriken y luego vi que el kasa de Yubiwa estaba cerca del árbol sagrado, lo recogí y me dispuse a regresar donde había dejado a mis camaradas.
— Aquí tienes el kasa dije, entregándoselo con una sonrisa
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa