30/09/2017, 22:41
—Hola, Ayame...
Ayame se sobresaltó un poco al reconocer aquella voz que tanto había añorado y que al mismo tiempo tanto había evitado en los últimos días. Pero allí estaba él, con la cabeza protegida de la lluvia por un kasa triangular y el cuerpo cubierto por una túnica impermeable.
«Se ha dejado crecer el pelo...» Ayame había reparado en la coleta que caía como una cascada tras la espalda de Daruu. Quizás, de las pocas partes de su cuerpo que no estaban a resguardo de la lluvia. Descubrió una parte de ella admirando lo bien que le quedaba aquel detalle.
—Eh... hola... Daruu-kun... —le saludó con cierta torpeza, tras varios segundos meditando si debía o no corresponder a su saludo. Pero no podía evitarlo, aunque el orgullo le encogiera el corazón, le echaba terriblemente de menos. Sus manos se aferraron con más fuerza a las barandillas, como si temiera caerse en cualquier momento—. Pareces cansado... —añadió, haciendo referencia a las profundas ojeras que surcaban los párpados inferiores del chico y que eclipsaban el color perlado de sus ojos.
¿Por qué tardaba tanto Kōri? ¡Debería aparecer de una vez y salvarla de aquella incómoda conversación!
Ayame se sobresaltó un poco al reconocer aquella voz que tanto había añorado y que al mismo tiempo tanto había evitado en los últimos días. Pero allí estaba él, con la cabeza protegida de la lluvia por un kasa triangular y el cuerpo cubierto por una túnica impermeable.
«Se ha dejado crecer el pelo...» Ayame había reparado en la coleta que caía como una cascada tras la espalda de Daruu. Quizás, de las pocas partes de su cuerpo que no estaban a resguardo de la lluvia. Descubrió una parte de ella admirando lo bien que le quedaba aquel detalle.
—Eh... hola... Daruu-kun... —le saludó con cierta torpeza, tras varios segundos meditando si debía o no corresponder a su saludo. Pero no podía evitarlo, aunque el orgullo le encogiera el corazón, le echaba terriblemente de menos. Sus manos se aferraron con más fuerza a las barandillas, como si temiera caerse en cualquier momento—. Pareces cansado... —añadió, haciendo referencia a las profundas ojeras que surcaban los párpados inferiores del chico y que eclipsaban el color perlado de sus ojos.
¿Por qué tardaba tanto Kōri? ¡Debería aparecer de una vez y salvarla de aquella incómoda conversación!