2/10/2017, 20:38
(Última modificación: 2/10/2017, 20:49 por Sasagani Yota.)
Era una noche más fría de lo habitual. Incluso podía sentir la humedad en el interior de mis huesos. Salí de la ducha, de una jodida ducha calentita, la que estaba anexa a mi habitación en aquel apartamento que de buena gana nos alquilaba una anciana en uno de aquellos pueblecitos del Valle Aodori. La verdad es que había sido muy amable y le estábamos eternamente agradecidos. Y Setsuna-sensei estaba todavía fuera. Ella también aprovechaba aquello para entrenar, aunque en aquel instante la anciana había reclamado su presencia para que la ayudase con algo. Hasta la hora de la cena.
— ¿Qué pasa tronco? ¿Eres Yota?
— ¡HOSTIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS!
Una jodida araña del tamaño de la palma de mi mano sin contar sus peludas patas colgaba del techo. La ventana tenía un hueco. Había sido cortado con precisión. Era negra como el carbón y en su abdomen se dibujaba una especie de reloj de arena carmesí. Cogí mi camistea y me tapé, por si decidía atacarme, aunque sus quelíceros no iban a detenerse ante la simple tela de mi ropa, pero yo me sentía falsamente más seguro.
— Sí, ya lo sé, colega. Yo también me acojono cuando veo a humanos hablando mi idioma — dijo el arácnido observando mi buzón abierto de par en par — No, pero ahora en serio, ¿Eres Yota? ¿Sasagani Yota?
«¿Cómo cojones sabe mi nombre?»
— ¿Quién eres? ¿Quién te envía?
La araña bufó desprendiéndose de la tela de araña que la permitía permanecer suspendida en el aire, rebotando en las sabanas de la cama y cayendo del derecho, como haría un gato.
— Tronco... Relájate, ¿Vale? No voy a matarte, si quisiera hacerlo... ya estarías criando malvas, colega. Te estábamos esperando, Yota. Sin duda Ryu se alegrará de verte
— ¿Papá? ¿Está vivo?
— Oh, sí, claro que lo está. siento el papelón de todos estos años, pero era necesario. Ya lo entenderás. Mira tio, ven a las montañas, al norte, tercera cueva. No tiene perdida, colega. Allí te espera la Kyodaigumo
El animal se fue moviendo hasta la ventana y antes de salir se volteó.
— Oh, casi me olvidaba. Ven solo o tu papi morirá. Y ven por la mañana
Apreté los dientes rabioso y fui a coger la katana que reposaba junto a la pared, pero el maldito ocho patas parlante ya se había escabullido
— Setsuna-sensei, esto... Es imposible que papá esté vivo, ¿Cierto?
No dejaba de darle vueltas a mi encuentro con aquel animal tan sarcástico. Una parte de mi quería creerle, otra se negaba en rotundo, ¡Murió en mis putos brazos!
— Murió en tus brazos, ¿Verdad, Yota-kun?
— Sí..
— Pues entonces creo que te has respondido tu mismo. ¿Por qué lo preguntabas?
— ¿Eh? Nada, nada, jeje... Coño, Qué buenas están estas pizzas, ¿Eh?
— ¿Qué pasa tronco? ¿Eres Yota?
— ¡HOSTIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS!
Una jodida araña del tamaño de la palma de mi mano sin contar sus peludas patas colgaba del techo. La ventana tenía un hueco. Había sido cortado con precisión. Era negra como el carbón y en su abdomen se dibujaba una especie de reloj de arena carmesí. Cogí mi camistea y me tapé, por si decidía atacarme, aunque sus quelíceros no iban a detenerse ante la simple tela de mi ropa, pero yo me sentía falsamente más seguro.
— Sí, ya lo sé, colega. Yo también me acojono cuando veo a humanos hablando mi idioma — dijo el arácnido observando mi buzón abierto de par en par — No, pero ahora en serio, ¿Eres Yota? ¿Sasagani Yota?
«¿Cómo cojones sabe mi nombre?»
— ¿Quién eres? ¿Quién te envía?
La araña bufó desprendiéndose de la tela de araña que la permitía permanecer suspendida en el aire, rebotando en las sabanas de la cama y cayendo del derecho, como haría un gato.
— Tronco... Relájate, ¿Vale? No voy a matarte, si quisiera hacerlo... ya estarías criando malvas, colega. Te estábamos esperando, Yota. Sin duda Ryu se alegrará de verte
— ¿Papá? ¿Está vivo?
— Oh, sí, claro que lo está. siento el papelón de todos estos años, pero era necesario. Ya lo entenderás. Mira tio, ven a las montañas, al norte, tercera cueva. No tiene perdida, colega. Allí te espera la Kyodaigumo
El animal se fue moviendo hasta la ventana y antes de salir se volteó.
— Oh, casi me olvidaba. Ven solo o tu papi morirá. Y ven por la mañana
Apreté los dientes rabioso y fui a coger la katana que reposaba junto a la pared, pero el maldito ocho patas parlante ya se había escabullido
···
— Setsuna-sensei, esto... Es imposible que papá esté vivo, ¿Cierto?
No dejaba de darle vueltas a mi encuentro con aquel animal tan sarcástico. Una parte de mi quería creerle, otra se negaba en rotundo, ¡Murió en mis putos brazos!
— Murió en tus brazos, ¿Verdad, Yota-kun?
— Sí..
— Pues entonces creo que te has respondido tu mismo. ¿Por qué lo preguntabas?
— ¿Eh? Nada, nada, jeje... Coño, Qué buenas están estas pizzas, ¿Eh?
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa