2/10/2017, 20:39
(Última modificación: 3/10/2017, 00:58 por Sasagani Yota.)
La petición de aquella araña apestaba a trampa mortal pero a su vez la curiosidad me mataba por dentro, a fuego lento. Poco tenía a perder, además... ¿Y si realmente estaba vivo?
Bajo aquel pensamiento me levanté, de forma repentina y del tirón con toda la cara empapada en sudor frío; el corazón a dos mil revoluciones por minuto y la respiración entrecortada. Emití varias bocanadas grandes para recuperar mis constantes vitales y me preparé. Antes que nada, con la ayuda inestimable del agua del grifo, me limpié el rostro de aquella amarga sensación del sudor y luego me vestí, colocándome mis katanas, las que me regaló papá cuando supuestamente murió y todo el arsenal que había traído conmigo.
«Tercera cueva al norte, tercera cueva al norte»
Me iba recordando las directrices del arácnido dentro de mi cabeza cada cinco segundos. Caminaba entre las rocas mientras los primeros rayos de sol calentaban mi espalda durante mi ascenso.
«¡Tercera cueva!»
Sí, creía que aquella gruta era la correcta. Se podía escuchar algún que otro tintineo y empecé a adentrarme en ella. Por momentos me arrepentía de estar haciendo aquello, pero una fuerza superior a mí me arrastraba al interior, hacía aquella oscuridad...
De pronto, a lo lejos, escuché voces, ¿Sería mi verdugo? Pronto iba a descubrirlo. Me armé de valor, inspiré y espiré con fuerza. Lo repetí una vez más y mis piernas volvieron a moverse. El camino estaba marcado por la tenue luz de las antorchas que simplemente me servían para saber por donde tenía que ir ya que no veía mucho más allá, seguramente cada una de aquellas antorchas alumbraba 5 metros alrededor, más o menos.
Algo se enredó a mi espalda y mi corazón dio un vuelco.
— Al fin nos reencontramos, Yotita dijo una voz jodidamente familiar.
Quise darme la vuelta, pero era imposible, seguía enrededado, apresado por aquella tierna atadura. El corazón volvió a dispararse de tal manera que parecía que iba a salir disparado de mi pecho.
— Pap..
— Shhh, no digas nada, quiero enseñarte algo
Puso su mano en mi espalda, empujándome.
— Quiero que conozcas una buena amiga
— Mierda... ¿Por qué? ¿Por qué me hiciste creer que moriste? ¿Por qué te apartaste de mi vida?
Sí, sin duda era él. Recordaba perfectamente su rostro. Pero necesitaba respuestas. Necesitaba saber el por qué de todo aquello. Nos había abandonado, a mí y a mamá. Merecíamos una jodida explicación.
A lo lejos se divisaban 8 luces de un color rojo como el de la sangre.
— Aquí lo tienes, te presento a mi hijo Yota, Kuromibōjin-sama ---- me miró a los ojos, con ternura — Pronto lo entenderás, hijo
— Así que este es tu cachorro, Ryu-kun. Acércate, cachorrito, acércate... quiero verte de cerca
Tragué saliva. Estaba acojonado perdido. Aquel era mi fin, estaba claro que lo era. Aquellos 8 soles rojos estaban hablando. Me acerqué, ¿Qué otra cosa podría hacer?
Menuda impresión fue la que tuve cuando ala cercarme vi el brillo de un par de colmillos gigantes que desprendían un juguito traslúcido y tras ellos se escondía una araña negra y brillante. Sus 8 ojos se fijaron en mí. La simple presencia del animal ya era imponente de por si.
— ¿Y este cachorrito dices que es el heredará tus poderes, Ryu-kun? ¿Estás seguro de hacer esto?
— Exacto. No puede ser de otra forma. Miralo, se ha hecho fuerte y ahora es todo un shinobi. Tu misma lo viste, Kuromibōjin-sama
Posó una de sus patas encima de la cabeza al mismo tiempo que sus quelíceros se juntaron, dando lugar a un desagradable chirrido.
— Es cierto... Ha aprovechado el tiempo. — Percibí la presencia de papá de nuevo a mi lado — Bien, le pondremos a prueba, pero... necesitamos antes saber qué sacrificio vas a hacer por nosotros
— Te entregará sus poderes, sellando así el pacto de sangre
— Poderes... pacto de sangre... balbuceaba por lo bajo ligeramente mareado
— Yota, escucha atentamente. todo esto lo hice por ti. Kuromibōjin-sama y las demás arañas te convertirán en uno más de la familia, te harás muy poderoso, te enseñarán a usar el chakra natural, ¿Sabes lo qué es? Y contarás con el apoyo de las arañas. Confía en las sabias palabras de Kuromibōjin-sama
— ¡Chakra natural!
— si bueno, paso a paso, cachorrito. Antes deberás demostrar que eres un digno aliado y que mereces entrar en la familia tal y como hizo Ryu-kun al separarse de vosotros, simulando su propia muerte. Tu prueba será distinta. Deberás mostrar que eres tan fuerte como afirma el propio Ryu. confío en él, pero no me la voy a jugar. Si no lo consigues... Morirás
Parecía un intercambio justo. Un poder tan grande como el del chakra natural podría serme concedido. La cara se me había iluminado por momentos.
— ¡Kumokichi!
Bajo aquel pensamiento me levanté, de forma repentina y del tirón con toda la cara empapada en sudor frío; el corazón a dos mil revoluciones por minuto y la respiración entrecortada. Emití varias bocanadas grandes para recuperar mis constantes vitales y me preparé. Antes que nada, con la ayuda inestimable del agua del grifo, me limpié el rostro de aquella amarga sensación del sudor y luego me vestí, colocándome mis katanas, las que me regaló papá cuando supuestamente murió y todo el arsenal que había traído conmigo.
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«Tercera cueva al norte, tercera cueva al norte»
Me iba recordando las directrices del arácnido dentro de mi cabeza cada cinco segundos. Caminaba entre las rocas mientras los primeros rayos de sol calentaban mi espalda durante mi ascenso.
«¡Tercera cueva!»
Sí, creía que aquella gruta era la correcta. Se podía escuchar algún que otro tintineo y empecé a adentrarme en ella. Por momentos me arrepentía de estar haciendo aquello, pero una fuerza superior a mí me arrastraba al interior, hacía aquella oscuridad...
De pronto, a lo lejos, escuché voces, ¿Sería mi verdugo? Pronto iba a descubrirlo. Me armé de valor, inspiré y espiré con fuerza. Lo repetí una vez más y mis piernas volvieron a moverse. El camino estaba marcado por la tenue luz de las antorchas que simplemente me servían para saber por donde tenía que ir ya que no veía mucho más allá, seguramente cada una de aquellas antorchas alumbraba 5 metros alrededor, más o menos.
Algo se enredó a mi espalda y mi corazón dio un vuelco.
— Al fin nos reencontramos, Yotita dijo una voz jodidamente familiar.
Quise darme la vuelta, pero era imposible, seguía enrededado, apresado por aquella tierna atadura. El corazón volvió a dispararse de tal manera que parecía que iba a salir disparado de mi pecho.
— Pap..
— Shhh, no digas nada, quiero enseñarte algo
Puso su mano en mi espalda, empujándome.
— Quiero que conozcas una buena amiga
— Mierda... ¿Por qué? ¿Por qué me hiciste creer que moriste? ¿Por qué te apartaste de mi vida?
Sí, sin duda era él. Recordaba perfectamente su rostro. Pero necesitaba respuestas. Necesitaba saber el por qué de todo aquello. Nos había abandonado, a mí y a mamá. Merecíamos una jodida explicación.
A lo lejos se divisaban 8 luces de un color rojo como el de la sangre.
— Aquí lo tienes, te presento a mi hijo Yota, Kuromibōjin-sama ---- me miró a los ojos, con ternura — Pronto lo entenderás, hijo
— Así que este es tu cachorro, Ryu-kun. Acércate, cachorrito, acércate... quiero verte de cerca
Tragué saliva. Estaba acojonado perdido. Aquel era mi fin, estaba claro que lo era. Aquellos 8 soles rojos estaban hablando. Me acerqué, ¿Qué otra cosa podría hacer?
Menuda impresión fue la que tuve cuando ala cercarme vi el brillo de un par de colmillos gigantes que desprendían un juguito traslúcido y tras ellos se escondía una araña negra y brillante. Sus 8 ojos se fijaron en mí. La simple presencia del animal ya era imponente de por si.
— ¿Y este cachorrito dices que es el heredará tus poderes, Ryu-kun? ¿Estás seguro de hacer esto?
— Exacto. No puede ser de otra forma. Miralo, se ha hecho fuerte y ahora es todo un shinobi. Tu misma lo viste, Kuromibōjin-sama
Posó una de sus patas encima de la cabeza al mismo tiempo que sus quelíceros se juntaron, dando lugar a un desagradable chirrido.
— Es cierto... Ha aprovechado el tiempo. — Percibí la presencia de papá de nuevo a mi lado — Bien, le pondremos a prueba, pero... necesitamos antes saber qué sacrificio vas a hacer por nosotros
— Te entregará sus poderes, sellando así el pacto de sangre
— Poderes... pacto de sangre... balbuceaba por lo bajo ligeramente mareado
— Yota, escucha atentamente. todo esto lo hice por ti. Kuromibōjin-sama y las demás arañas te convertirán en uno más de la familia, te harás muy poderoso, te enseñarán a usar el chakra natural, ¿Sabes lo qué es? Y contarás con el apoyo de las arañas. Confía en las sabias palabras de Kuromibōjin-sama
— ¡Chakra natural!
— si bueno, paso a paso, cachorrito. Antes deberás demostrar que eres un digno aliado y que mereces entrar en la familia tal y como hizo Ryu-kun al separarse de vosotros, simulando su propia muerte. Tu prueba será distinta. Deberás mostrar que eres tan fuerte como afirma el propio Ryu. confío en él, pero no me la voy a jugar. Si no lo consigues... Morirás
Parecía un intercambio justo. Un poder tan grande como el del chakra natural podría serme concedido. La cara se me había iluminado por momentos.
— ¡Kumokichi!
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa