3/10/2017, 12:19
Paró en uno de los bancos cercanos al lugar donde estarían todos esperando para inscribirse mientras suspiraba de forma pesada. ¿Tan difícil era encontrar a alguien? ¡Así no había quien para demostrar si tenía talento! Chasqueó la lengua, irritada, y se cruzó tanto de piernas como de manos, dejando a un lado su querida flauta.
«Puede que no fuera la mejor idea venir aquí...»
Pero de pronto escuchó a alguien, esa persona andaba tarareando tranquilamente sin pensar en lo que aquello podía suponer.
«¡Es la mía!»
Celerosa se puso de pie y tomó su flauta, dispuesta a meterse de nuevo entre el gentío para buscar a quien anduviese tarareando. Tenía los ojos entrecerrados y agudizó el oído, mirando a todas las personas que se encontraba a la cara para saber si eran o no quien buscaba. Pronto encontró a una joven de casi su misma estatura, de cabellos oscuros; sin embargo se encontraba de espaldas. Supo que era ella quien cantaba pues su oído no solía fallarle en esos temas, así que se acercó casualmente y se colocó a su derecha.
—¡Hola! —saludó tranquilamente —. ¿Estabas tarareando Suiton, suitonero, ¿verdad? ¡A mí me gusta mucho esa canción! —exclamó emocionada, sin embargo cuando alcanzó a ver su cara algo vino a su mente, como un recuerdo de hace un tiempo, parpadeó varias veces y un nombre apareció delante de sus ojos —. ¿Aotsuki Ayame? —preguntó una vez su estado de mudez desapareció.
«Puede que no fuera la mejor idea venir aquí...»
Pero de pronto escuchó a alguien, esa persona andaba tarareando tranquilamente sin pensar en lo que aquello podía suponer.
«¡Es la mía!»
Celerosa se puso de pie y tomó su flauta, dispuesta a meterse de nuevo entre el gentío para buscar a quien anduviese tarareando. Tenía los ojos entrecerrados y agudizó el oído, mirando a todas las personas que se encontraba a la cara para saber si eran o no quien buscaba. Pronto encontró a una joven de casi su misma estatura, de cabellos oscuros; sin embargo se encontraba de espaldas. Supo que era ella quien cantaba pues su oído no solía fallarle en esos temas, así que se acercó casualmente y se colocó a su derecha.
—¡Hola! —saludó tranquilamente —. ¿Estabas tarareando Suiton, suitonero, ¿verdad? ¡A mí me gusta mucho esa canción! —exclamó emocionada, sin embargo cuando alcanzó a ver su cara algo vino a su mente, como un recuerdo de hace un tiempo, parpadeó varias veces y un nombre apareció delante de sus ojos —. ¿Aotsuki Ayame? —preguntó una vez su estado de mudez desapareció.