7/10/2017, 22:30
Finalmente, ante la impiadosa pregunta de Tokaro, Yota comenzó a hablar. Trató de explicar como mejor pudo un poco de la situación que les acaecía, no sin antes dejar muy claro que aquella historia que estaba a punto de contar tenía dos partes: una buena y una mala. Pero por lo que el experimentado y jubilado ninja pudo ver la vacilación y la dubitativa en Yota, aunque pudo saber que, tras cada frase, el moreno no hacía más que hablarle con la verdad.
Y aunque eso no le hubiera funcionado, siempre le podría echar una mirada resolutiva al can; quien a pesar de que Yota lo pintaba como una víctima, él trataba de mantenerse bien erguido. Él era consciente de que el problema no era de que tuviese una compañera perruna, sino a qué familia pertenecía ésta.
Y de eso Yota aún no había hablado.
Tokaro entonces cogió al cachorro con una mano, y comenzó a inspeccionarlo. Lo subió con ambos brazos, le tomó una de las patas y lo zarandeó un poco, jugueteando con él. Parecía querer ver que se tratase de una cría sana, fuerte; y así lo confirmó.
—Aprecio tu sinceridad, Yota-kun; pero yo conozco muy bien a MouKou. Es decir, entiendo que se haya enamorado, y hasta me alegra. Imagino que no debe ser muy divertido convivir sólo con un viejo como yo. Lo entiendo, sí. Pero a ver, ¿y qué es lo que tiene de malo? ¿Por qué me ocultaría algo tan bonito como tener un cachorro?
Mientras soltaba aquello, el cachorro —que en un principio pareció no verse muy cómodo en las manos del viejo Inuzuka— ya lucía mucho más cómodo. Como si hubiese sentido ese aroma familiar típico entre los suyos. Como sin haber dicho una palabra, Tokaro le hubiese hecho entender que no había por qué temer, que él era uno de ellos.
Y aunque eso no le hubiera funcionado, siempre le podría echar una mirada resolutiva al can; quien a pesar de que Yota lo pintaba como una víctima, él trataba de mantenerse bien erguido. Él era consciente de que el problema no era de que tuviese una compañera perruna, sino a qué familia pertenecía ésta.
Y de eso Yota aún no había hablado.
Tokaro entonces cogió al cachorro con una mano, y comenzó a inspeccionarlo. Lo subió con ambos brazos, le tomó una de las patas y lo zarandeó un poco, jugueteando con él. Parecía querer ver que se tratase de una cría sana, fuerte; y así lo confirmó.
—Aprecio tu sinceridad, Yota-kun; pero yo conozco muy bien a MouKou. Es decir, entiendo que se haya enamorado, y hasta me alegra. Imagino que no debe ser muy divertido convivir sólo con un viejo como yo. Lo entiendo, sí. Pero a ver, ¿y qué es lo que tiene de malo? ¿Por qué me ocultaría algo tan bonito como tener un cachorro?
Mientras soltaba aquello, el cachorro —que en un principio pareció no verse muy cómodo en las manos del viejo Inuzuka— ya lucía mucho más cómodo. Como si hubiese sentido ese aroma familiar típico entre los suyos. Como sin haber dicho una palabra, Tokaro le hubiese hecho entender que no había por qué temer, que él era uno de ellos.