El retorno de los Uchiha

[Uchiha Datsue]

Quizá en otras circunstancias, frente a otro hombre, Datsue hubiese rebatido todas y cada una de las palabras pronunciadas por aquel shinobi. Pero aquel shinobi parecía ser un Jōnin, como poco, y las maneras en las que se estaba comportando no le transmitían, precisamente, tranquilidad. Por el momento, no había dicho una palabra más alta que la otra, eso era cierto. Pero tampoco le hacía falta. Les miraba y actuaba como si aquella habitación y ellos mismos les perteneciese. Fumaba dentro del hospital; depositaba la ceniza en sus expedientes; ni siquiera se presentaba…

No, aquel no era el típico Jōnin de la Villa con el que Datsue solía tratar.

—Yo… Lamento también mucho lo ocurrido… Un error. Un terrible error —remarcó—. No volverá a ocurrir.

—Por supuesto que no volverá a ocurrir —sentenció, levantándose—. Y llamadme Raito. Uchiha Raito.

Se aproximó a la ventana, abierta, y tiró la ceniza acumulada en los expedientes por ella.

—Respecto a vuestro castigo… —Se acercó a Datsue, y le dio uno de los expedientes, todavía doblado—. Toma, el expediente de Akame. —Datsue lo cogió con la mano buena, atónito, sin comprender todavía lo que estaba ocurriendo. Luego, Raito bordeó la cama hasta llegar a Akame, e hizo lo mismo con él—. Toma, el expediente de Datsue.

Apuró una última calada al cigarrillo y se cruzó de brazos, esta vez de pie.

—Esta es la realidad: la Villa no puede permitirse perder a dos shinobis tan prometedores como vosotros, pero un acto como el vuestro no puede quedar tampoco sin consecuencias. Así pues, tomaremos el camino del medio: solo uno de vosotros recibirá el castigo.

»No creo que a estas alturas os pongáis de acuerdo en quien tiene más culpa o menos, ni me importa. Para mí, sois igual de culpables. Así que lo haremos de forma sencilla. Quien destruya el expediente de su compañero, se libra del castigo.

»Como imaginaréis, destruir el expediente no es algo meramente simbólico. La pena por vuestros actos es la inhabilitación completa como shinobis. Perderéis vuestra bandana, y no podréis volver a presentaros al examen Gennin nunca más. Seréis simples aldeanos, y como simples aldeanos, no necesitaremos vuestros expedientes.

Una gota de sudor frío bajó por la frente de Datsue.

—Yo de vosotros me daría prisa… antes de que el otro se os adelante.