14/10/2017, 19:41
— Dos cachorros, Tokaro-san, dos preciosos cachorros — le corregí — La mala noticia es... hmmm... bueno, en realidad no es tan mala. No hay nada que no tenga solución en esta vida. La familia de la novia de MouKou... Veamos... Usted los conoce, Tokaro-san, por eso MouKou se encuentra con ella a escondidas, ¡Pero yo sé que pueden llevarse bien! si hay intención, no hay nada imposible. Además... Los Inuzuka, tenéis un vínculo especial con los ninken, ¿Verdad? Si me permite el atrevimiento, creo que habría que hacer un esfuerzo por entenderse... por los ninken
Tokaro parecía no entender nada. Es que Yota no parecía muy diestro cuando se trataba de explicar algo de tan suma importancia al menos con un poco de coherencia. Que sí, que Tokaro había entendido perfectamente lo de que él conocía a la familia Inuzuka a la que la compañera canina de MouKou pertenecía, pero es que conocía a tantas. Entonces, echó una mirada fugaz a su perro y éste le respondió con un par de gruñidos ininteligibles para Yota pero que para Tokaro significaban algo.
Pero por el rostro del viejo Tokaro, éste sí que entendió aquel idioma perruno perfectamente. Entonces, su rostro se palideció un poco. Tanto que tuvo que sentarse.
—Oh no... entre tantas familias de nuestro clan, MouKou, tenía que ser la de esa mujer. ¡Es que tú, de verdad!
Entonces miró a Yota, mientras se frotaba el ceño.
—Bueno, Yota-kun. Te estoy muy agradecido por haber encontrado la verdad. Y de convencer a MouKou de venir hasta aquí a pesar de que... bueno, nos haya metido en éste embrollo. Verás, el padre de Inuzuka Yachara y yo fuimos grandes amigos una vez, y enemigos enfrentados por el amor de una mujer. Es cuento pasado, pero parece que su hija no ha sabido perdonar las rencillas del ayer. Yo... bueno, hubiese querido tener que evitarme éste asunto, pero no podemos dejar que este lindo cachorro y su hermano crezcan sin una familia, ¿no?
Luego miró al cachorro, que parecía haberse quedado dormido en su regazo.
—¿Sabe ella de ésto ya? ¿cómo lo ha tomado?
Tokaro parecía no entender nada. Es que Yota no parecía muy diestro cuando se trataba de explicar algo de tan suma importancia al menos con un poco de coherencia. Que sí, que Tokaro había entendido perfectamente lo de que él conocía a la familia Inuzuka a la que la compañera canina de MouKou pertenecía, pero es que conocía a tantas. Entonces, echó una mirada fugaz a su perro y éste le respondió con un par de gruñidos ininteligibles para Yota pero que para Tokaro significaban algo.
Pero por el rostro del viejo Tokaro, éste sí que entendió aquel idioma perruno perfectamente. Entonces, su rostro se palideció un poco. Tanto que tuvo que sentarse.
—Oh no... entre tantas familias de nuestro clan, MouKou, tenía que ser la de esa mujer. ¡Es que tú, de verdad!
Entonces miró a Yota, mientras se frotaba el ceño.
—Bueno, Yota-kun. Te estoy muy agradecido por haber encontrado la verdad. Y de convencer a MouKou de venir hasta aquí a pesar de que... bueno, nos haya metido en éste embrollo. Verás, el padre de Inuzuka Yachara y yo fuimos grandes amigos una vez, y enemigos enfrentados por el amor de una mujer. Es cuento pasado, pero parece que su hija no ha sabido perdonar las rencillas del ayer. Yo... bueno, hubiese querido tener que evitarme éste asunto, pero no podemos dejar que este lindo cachorro y su hermano crezcan sin una familia, ¿no?
Luego miró al cachorro, que parecía haberse quedado dormido en su regazo.
—¿Sabe ella de ésto ya? ¿cómo lo ha tomado?