15/10/2017, 15:02
—Lo has dicho como si fuera algo extraordinario
—Y lo es —afirmó ella mientras asentía, convencida —. Si no fuese por lo que me han enseñado mis hermanos ahora no sería una kunoichi.
El tema de conversación dio un giro hasta encontrarse con el concurso de música que estaban realizando en Tanzaku Gai. Cuando la pelirroja desveló que quería ser una de las participantes, al parecer la joven que tenía delante se sorprendió, haciendo que Eri se sonrojase tiñendo sus mejillas de un color carmesí, no se esperaba aquella reacción por parte de otra persona. Sin embargo luego vino la decepción, y es que si no encontraba a alguien, no podría llegar a participar.
—Ay, no fastidies... —Eri sonrió de forma apenada, enfatizando su desdicha —¿No has conseguido encontrar a nadie que quisiera cantar contigo? ¡Debe de haber montones de cantantes que no tengan instrumento.
—He estado buscando por todos sitios —dijo Eri, con un tono de amargura en su voz, aunque no muy acentuado ya que tampoco quería sobreactuar, solo dar un poco de pena—, pero nada, nadie quiere hacer la voz, por eso...
»¿Y... Si me ayudaras tú?
—Y lo es —afirmó ella mientras asentía, convencida —. Si no fuese por lo que me han enseñado mis hermanos ahora no sería una kunoichi.
El tema de conversación dio un giro hasta encontrarse con el concurso de música que estaban realizando en Tanzaku Gai. Cuando la pelirroja desveló que quería ser una de las participantes, al parecer la joven que tenía delante se sorprendió, haciendo que Eri se sonrojase tiñendo sus mejillas de un color carmesí, no se esperaba aquella reacción por parte de otra persona. Sin embargo luego vino la decepción, y es que si no encontraba a alguien, no podría llegar a participar.
—Ay, no fastidies... —Eri sonrió de forma apenada, enfatizando su desdicha —¿No has conseguido encontrar a nadie que quisiera cantar contigo? ¡Debe de haber montones de cantantes que no tengan instrumento.
—He estado buscando por todos sitios —dijo Eri, con un tono de amargura en su voz, aunque no muy acentuado ya que tampoco quería sobreactuar, solo dar un poco de pena—, pero nada, nadie quiere hacer la voz, por eso...
»¿Y... Si me ayudaras tú?