19/10/2017, 21:41
Tanto Daruu como el cuervo con el que discutía giraron la cabeza como un muñeco diabólico en una película de terror cuando el pájaro que llevaba Reiji al hombro comenzó a hablar en un perfecto idioma humano, los dos con la boca abierta —aplíquese la expresión con el pico abierto en el caso particular del cuervo—. La cuervo parecía hablar de unas joyas. ¿De qué estaba hablando?
El más humano de los dos se dirigió hacia Daruu y le aseguró que el cuervo que le estaba haciendo la vida imposible aseguraba que le había un robado unas piedras azules.
—¿Que yo qué? —espetó Daruu, indignado—. ¡Yo no le he robado nada! Me he levantado hace un rato y he salido de casa para comprar un trozo de pizza. Y entonces me lo ha quitado y me lleva un rato dando por saco.
El más humano de los dos se dirigió hacia Daruu y le aseguró que el cuervo que le estaba haciendo la vida imposible aseguraba que le había un robado unas piedras azules.
—¿Que yo qué? —espetó Daruu, indignado—. ¡Yo no le he robado nada! Me he levantado hace un rato y he salido de casa para comprar un trozo de pizza. Y entonces me lo ha quitado y me lleva un rato dando por saco.