23/10/2017, 12:00
—Buenos días, Aotsuki-san —respondió él, serio y formal como lo fue en su primer encuentro siempre.
—¡Oh, vamos, puedes llamarme simplemente Ayame! Eso de "Aotsuki-san" suena demasiado formal para mí... —replicó ella, con una sonrisa nerviosa.
Y después de su floritura bienvenida, la voz de Daruu sonó desde detrás del mostrador.
—Bienvenido, Mogura-san. ¿Pastel de fresa, verdad?
—Si, Daruu-san. Por favor.
«Mogura. Es cierto, Mogura. Mogura.» Se repitió mentalmente la apurada Ayame. Pero entonces se dio cuenta de algo e infló los carrillos. «¡A Daruu sí que le llama por su nombre!»
—Me gustaría acompañar mi pastel de fresa con té verde, Aotsuki-san.
—¡Enseguida!
Volvió entre zancadas detrás de la barra, junto a un ocupado Daruu que en esos momentos estaba cortando una porción de un precioso pastel de nata con fresas por encima que tenía una pinta deliciosa. Ayame no pudo evitar salivar al verlo, pero enseguida sacudió la cabeza.
—Vaya, no sabía que os conocíais. ¿Dónde guarda Kiroe-san las tazas y el té verde, Daruu-kun?
—¡Oh, vamos, puedes llamarme simplemente Ayame! Eso de "Aotsuki-san" suena demasiado formal para mí... —replicó ella, con una sonrisa nerviosa.
Y después de su floritura bienvenida, la voz de Daruu sonó desde detrás del mostrador.
—Bienvenido, Mogura-san. ¿Pastel de fresa, verdad?
—Si, Daruu-san. Por favor.
«Mogura. Es cierto, Mogura. Mogura.» Se repitió mentalmente la apurada Ayame. Pero entonces se dio cuenta de algo e infló los carrillos. «¡A Daruu sí que le llama por su nombre!»
—Me gustaría acompañar mi pastel de fresa con té verde, Aotsuki-san.
—¡Enseguida!
Volvió entre zancadas detrás de la barra, junto a un ocupado Daruu que en esos momentos estaba cortando una porción de un precioso pastel de nata con fresas por encima que tenía una pinta deliciosa. Ayame no pudo evitar salivar al verlo, pero enseguida sacudió la cabeza.
—Vaya, no sabía que os conocíais. ¿Dónde guarda Kiroe-san las tazas y el té verde, Daruu-kun?