26/10/2017, 11:07
Daruu depositó la taza sobre la mesa y escuchó a Mogura. El genin aseguró que se encontraba bien, y que el Valle de los Dojos había resultado ser un lugar interesante. Pero hacía demasiado calor.
Daruu se quedó paralizado, con las manos todavía en la taza de té verde, y alzó la mirada hacia Mogura.
—Oye, ¿no te parece que nos hemos... olvidado de algo? —dijo. Meditó por unos instantes. Era la misma sensación que cuando se habían encontrado, allá en el banco del estanque de Nishinoya—. Déjalo, debe de ser mi imaginación, y que últimamente ando un poco cansado. ¡El entrenamiento está siendo muy duro!
Daruu estaba a punto de retirarse hacia la barra, cuando Kiroe salió por fin de la cocina.
—¡Ya está, chicos! Podéis volver a entrar dentro. Quiero que vigiléis los bollos hasta que se hinchen un poquito y tengan aspecto de cocinados. Ya sabes, Daruu, abres la puerta del horno, pinchas uno con un cuchillo superficialmente y ves si el cuchillo sale limpio.
Daruu asintió con la cabeza y se dio la vuelta una última vez para despedirse de Mogura.
—¡Nos vemos, Mogura-san!
Y se metió dentro de la cocina, donde sujetó la puerta hasta que Ayame estuviera dentro.
Daruu se quedó paralizado, con las manos todavía en la taza de té verde, y alzó la mirada hacia Mogura.
—Oye, ¿no te parece que nos hemos... olvidado de algo? —dijo. Meditó por unos instantes. Era la misma sensación que cuando se habían encontrado, allá en el banco del estanque de Nishinoya—. Déjalo, debe de ser mi imaginación, y que últimamente ando un poco cansado. ¡El entrenamiento está siendo muy duro!
Daruu estaba a punto de retirarse hacia la barra, cuando Kiroe salió por fin de la cocina.
—¡Ya está, chicos! Podéis volver a entrar dentro. Quiero que vigiléis los bollos hasta que se hinchen un poquito y tengan aspecto de cocinados. Ya sabes, Daruu, abres la puerta del horno, pinchas uno con un cuchillo superficialmente y ves si el cuchillo sale limpio.
Daruu asintió con la cabeza y se dio la vuelta una última vez para despedirse de Mogura.
—¡Nos vemos, Mogura-san!
Y se metió dentro de la cocina, donde sujetó la puerta hasta que Ayame estuviera dentro.