26/10/2017, 12:22
Pero antes de que pudiera encontrar a algún cliente nuevo que atender, la voz de Kiroe desde la puerta de la cocina le hizo pegar un brinco:
—¡Ya está, chicos! Podéis volver a entrar dentro —dijo, y Ayame se volvió hacia ella para prestarle toda su atención—. Quiero que vigiléis los bollos hasta que se hinchen un poquito y tengan aspecto de cocinados. Ya sabes, Daruu, abres la puerta del horno, pinchas uno con un cuchillo superficialmente y ves si el cuchillo sale limpio.
Cerca de ella, Daruu asintió una sola vez y se dio la vuelta para despedirse de Mogura.
—¡Nos vemos, Mogura-san!
—¡Adiós! —correspondió ella, agitando una mano en el aire.
Se dirigió junto a Daruu a la cocina, pasó por delante de él con un leve agradecimiento cuando este le sostuvo la puerta, y enseguida el calor de los hornos y el olor de la masa recién cocinada volvió a envolverlos. Ayame se dirigió hacia los hornos y se agachó hasta que pudo observar el interior. Dentro, sobre las cinco bandejas, los pequeños bollitos de color naranja estaban adquiriendo un curioso tono tostado y el olor del dulce comenzó a inundar su nariz.
—Ah... ¡qué bien huele! Espero que nosotros seamos los primeros en probarlos. Ya que nos hemos esforzado en hacerlos... —comentó, con una sonrisa.
—¡Ya está, chicos! Podéis volver a entrar dentro —dijo, y Ayame se volvió hacia ella para prestarle toda su atención—. Quiero que vigiléis los bollos hasta que se hinchen un poquito y tengan aspecto de cocinados. Ya sabes, Daruu, abres la puerta del horno, pinchas uno con un cuchillo superficialmente y ves si el cuchillo sale limpio.
Cerca de ella, Daruu asintió una sola vez y se dio la vuelta para despedirse de Mogura.
—¡Nos vemos, Mogura-san!
—¡Adiós! —correspondió ella, agitando una mano en el aire.
Se dirigió junto a Daruu a la cocina, pasó por delante de él con un leve agradecimiento cuando este le sostuvo la puerta, y enseguida el calor de los hornos y el olor de la masa recién cocinada volvió a envolverlos. Ayame se dirigió hacia los hornos y se agachó hasta que pudo observar el interior. Dentro, sobre las cinco bandejas, los pequeños bollitos de color naranja estaban adquiriendo un curioso tono tostado y el olor del dulce comenzó a inundar su nariz.
—Ah... ¡qué bien huele! Espero que nosotros seamos los primeros en probarlos. Ya que nos hemos esforzado en hacerlos... —comentó, con una sonrisa.