Tanto y como se quejaba de su virtud, así de veces le había salvado la vida. Aunque, todo sea dicho, de una manera un tanto lamentable. Había perdido lo que mas quería en éste mundo —su padre— y cada vez que moría, perdía un maldito año de memoria. No, sin duda el precio no era bajo. ¿Qué hace o modifica mas el carácter que la propia experiencia, las situaciones vividas? La experiencia, la memoria, es un gran pellizco del carácter, y de la forma de ser de una persona... ¿cómo podría afectar eso a una persona?
De mil maneras, y ninguna buena.
Tras otro año de vida olvidado, la chica ya andaba un poco mas cerca de la auténtica desdicha, olvidar quién era o porqué era así. Avanzaba a pasos agigantados hacia la demencia, o quizás hacia otro camino, un camino que no mucha gente había llegado a recorrer, o tan siquiera imaginar.
Sin saber muy bien qué iba a hacer, o porqué, la chica de cabellera rojiza se encontraba meditando sobre el asunto, sentada a mitad de un parque que rondaba la parte central de Amegakure, disfrutando de las pocas cosas que había aprendido a valorar; la lluvia. Ese bien que todos bajo ese cielo tenían de manera constante, y que muchos odiaban por tan tediosa constancia. Sin duda, no sabes valorar lo que tienes hasta que lo pierdes, y sabes que no podrás recuperarlo. Como una buena compañía, o eso dicen...
«Diablos...»
La chica echó hacia detrás su cabellera, que recaía sobre sus ojos casi a cosa de la lluvia. Dejó caer un suspiro, y se mantuvo con la mirada hacia el cielo, contemplando la dulce y tierna llovizna de invierno. Pese a que era mediodía, apenas había gente por su alrededor, lo cuál era un consuelo... poca gente daría constancia de su presencia, o al menos eso quería pensar.
De mil maneras, y ninguna buena.
Tras otro año de vida olvidado, la chica ya andaba un poco mas cerca de la auténtica desdicha, olvidar quién era o porqué era así. Avanzaba a pasos agigantados hacia la demencia, o quizás hacia otro camino, un camino que no mucha gente había llegado a recorrer, o tan siquiera imaginar.
Sin saber muy bien qué iba a hacer, o porqué, la chica de cabellera rojiza se encontraba meditando sobre el asunto, sentada a mitad de un parque que rondaba la parte central de Amegakure, disfrutando de las pocas cosas que había aprendido a valorar; la lluvia. Ese bien que todos bajo ese cielo tenían de manera constante, y que muchos odiaban por tan tediosa constancia. Sin duda, no sabes valorar lo que tienes hasta que lo pierdes, y sabes que no podrás recuperarlo. Como una buena compañía, o eso dicen...
«Diablos...»
La chica echó hacia detrás su cabellera, que recaía sobre sus ojos casi a cosa de la lluvia. Dejó caer un suspiro, y se mantuvo con la mirada hacia el cielo, contemplando la dulce y tierna llovizna de invierno. Pese a que era mediodía, apenas había gente por su alrededor, lo cuál era un consuelo... poca gente daría constancia de su presencia, o al menos eso quería pensar.
![[Imagen: 2UsPzKd.gif]](http://i.imgur.com/2UsPzKd.gif)