27/10/2017, 11:17
(Última modificación: 27/10/2017, 11:18 por Uzumaki Eri.)
Ante la mirada del chico antes de decir en qué consistía el juego, parecería que la estaba acusando de algo, como de querer robar el museo y quedarse con todas las armas que ella quería. No era mala idea, sin embargo, obviamente ella era un agente de bien y no quería acabar en la cárcel por haber querido tener una espada llamativa.
Ella era más que eso.
— Esta bien—dijo al fin el chico, y la sonrisa de Eri se ensanchó—. ¿Empezamos a partir de ahora, o cuentan estas de aquí?
—No, no, empezamos a partir de ahora —alegó ella mientras negaba con su dedo índice —. Que si no seguro que nos peleamos por algunas, y no es plan, así que ahora vamos por turnos.
Miró la estancia que tenía alrededor y pensó un poco lo que querría tener, a lo mejor sería buena idea aquella katana, o quizá aquel kunai...
— ¡Encabeza la marcha!
—¿Eh? ¿Yo? —preguntó, confusa. Había esperado que fuese él el que comenzase, pero bueno, tampoco importaba mucho —. Bien, pues... —pensó un poco —. ¡Aquella katana!
A la mínima que señaló la susodicha arma, la joven se acercó casi dando pequeños saltos. A simple vista no parecía alejarse de una kodachi, pero el mango era totalmente diferente, y el filo no era grisáceo, sino oscuro. ¿Qué la hacía especial, entonces? El mango era marrón, con detalles parecidos a la madera, y el filo —más largo de lo normal — era negro con flores rosas que se extendían hasta su extremo, primero había en abundancia, solo quedaba algún pétalo, su nombre era bastante obvio: Sakurai.
Ella era más que eso.
— Esta bien—dijo al fin el chico, y la sonrisa de Eri se ensanchó—. ¿Empezamos a partir de ahora, o cuentan estas de aquí?
—No, no, empezamos a partir de ahora —alegó ella mientras negaba con su dedo índice —. Que si no seguro que nos peleamos por algunas, y no es plan, así que ahora vamos por turnos.
Miró la estancia que tenía alrededor y pensó un poco lo que querría tener, a lo mejor sería buena idea aquella katana, o quizá aquel kunai...
— ¡Encabeza la marcha!
—¿Eh? ¿Yo? —preguntó, confusa. Había esperado que fuese él el que comenzase, pero bueno, tampoco importaba mucho —. Bien, pues... —pensó un poco —. ¡Aquella katana!
A la mínima que señaló la susodicha arma, la joven se acercó casi dando pequeños saltos. A simple vista no parecía alejarse de una kodachi, pero el mango era totalmente diferente, y el filo no era grisáceo, sino oscuro. ¿Qué la hacía especial, entonces? El mango era marrón, con detalles parecidos a la madera, y el filo —más largo de lo normal — era negro con flores rosas que se extendían hasta su extremo, primero había en abundancia, solo quedaba algún pétalo, su nombre era bastante obvio: Sakurai.