28/10/2017, 11:01
(Última modificación: 28/10/2017, 11:01 por Uzumaki Eri.)
— Es bonita... No has dicho porque la querrías—declaró el chico claramente ofendido, hinchando sus dos mofletes ante la poca información que había dado la kunoichi. La joven desvió la vista, quitándose las culpas de encima mientras juntaba los labios y los arqueaba a modo de sonrisa.
—Vengo de Uzushiogakure, además de que mi madre es dueña de una floristería, las flores me pueden —explicó mientras señalaba las decoraciones que tenía el arma —. Pero, por ejemplo, a esta le pintaría las flores para que fueran rosas, como las de un cerezo, así se asimilaría a mi flauta...
Pensó que con aquella información Juro tendría más que suficiente, así que ahora le tocaba al chico jugar.
— ¡Yo me pido eso! ¡Los cuchillos!
El de cabellos oscuros señaló una vitrina bastante alejada. En ella reposaban dos dagas bastante más pequeñas de lo que ella recordaba en una daga, pero parecían muy prácticas. Lo diferente a las dagas normales, sin lugar a dudas, era aquel filo curvo. El cartel que les ponía nombre rezaba Dagas Lunares.
— El diseño me encanta. Además, parecen muy ligeras y fáciles de usar. No tengo mucha fuerza aún para empuñar armas tan grandes.
—La verdad es que no te veo mucho con armas muy grandes —coincidió ella mientras le lanzaba una mirada que le recorrió de arriba a abajo —Pero oye, las cosas pequeñas son más prácticas.
Ojeó la sala ya que poco a poco las armas se estaban acabando, hasta que dio con una especie de lanza de color rojizo. Justo donde terminaba las decoraciones del palo con motivos de olas rojas, justamente se entrelazaba un lazo con dos cascabeles. El filo estaba muy bien cuidado y brillaba gracias a las luces del museo. El nombre que le habían otorgado era Akakai.
—Creo que esa lanza tiene mi nombre —alegó con una sonrisa en sus labios mientras se acercaba. De cerca parecía incluso más perfecta de lo que ella había observado, incluso medían casi lo mismo. —Si tuviese un poco más de equilibrio podría intentar ser una con esta lanza, o sea, piénsalo; atacar y poder defenderte a la vez sin necesidad de tener un arma de filo largo...
—Vengo de Uzushiogakure, además de que mi madre es dueña de una floristería, las flores me pueden —explicó mientras señalaba las decoraciones que tenía el arma —. Pero, por ejemplo, a esta le pintaría las flores para que fueran rosas, como las de un cerezo, así se asimilaría a mi flauta...
Pensó que con aquella información Juro tendría más que suficiente, así que ahora le tocaba al chico jugar.
— ¡Yo me pido eso! ¡Los cuchillos!
El de cabellos oscuros señaló una vitrina bastante alejada. En ella reposaban dos dagas bastante más pequeñas de lo que ella recordaba en una daga, pero parecían muy prácticas. Lo diferente a las dagas normales, sin lugar a dudas, era aquel filo curvo. El cartel que les ponía nombre rezaba Dagas Lunares.
— El diseño me encanta. Además, parecen muy ligeras y fáciles de usar. No tengo mucha fuerza aún para empuñar armas tan grandes.
—La verdad es que no te veo mucho con armas muy grandes —coincidió ella mientras le lanzaba una mirada que le recorrió de arriba a abajo —Pero oye, las cosas pequeñas son más prácticas.
Ojeó la sala ya que poco a poco las armas se estaban acabando, hasta que dio con una especie de lanza de color rojizo. Justo donde terminaba las decoraciones del palo con motivos de olas rojas, justamente se entrelazaba un lazo con dos cascabeles. El filo estaba muy bien cuidado y brillaba gracias a las luces del museo. El nombre que le habían otorgado era Akakai.
—Creo que esa lanza tiene mi nombre —alegó con una sonrisa en sus labios mientras se acercaba. De cerca parecía incluso más perfecta de lo que ella había observado, incluso medían casi lo mismo. —Si tuviese un poco más de equilibrio podría intentar ser una con esta lanza, o sea, piénsalo; atacar y poder defenderte a la vez sin necesidad de tener un arma de filo largo...