31/10/2017, 00:54
Muchas veces pienso que la vida es como el mar. Normalmente me imagino a mí mismo en una pacífica playa, el viento sopla suave, el mar está en calma, aunque nunca quieto. Y cuando menos te lo esperas, el viento cambia, las aguas se agitan y entonces estalla el caos. Un día estas tranquilo en tu casa, viendo el nuevo episodio de los AmeRanger, cuando de golpe, el viento cambia, y la voz de tu padre que te repite una y otra vez que le hagas caso, se agita. Entonces estalla el caos.
—Deja la tele de una vez, si luego siempre ponen el episodio repetido y lo vuelves a ver, varias veces.
—Claro, es importante para alguien de mi edad adorar a algún héroe.
—Bueno, pues yo soy tu padre y soy más importante que los héroes de la tele, así que hazme caso.
—Está bien, te escucho ¿Qué es tan importante para interrumpir mi sagrado capitulo semanal de los AmeRanger?
Por algún extraño motivo, y aunque conocía a mi padre casi mejor que él mismo, esperaba que tuviera algo serio que contarme. No sé, quizás confiaba en que sabía lo mucho que detestaba que me interrumpieran en mitad de los capítulos, y entonces pensé que había pasado algo importante, dada su insistencia. Sin embargo…
—Mañana, en Yachi, Fiesta de Disfraces.
—¿Y eso es tan importante como para interrumpirme mientras veo…
—Si, tu hermana ya tiene el disfraz, yo ya tengo el disfraz, así que mueve el culo del sofá y búscate un disfraz.
—¿Y mama?
—Tu madre trabaja, aquí no es fiesta, por suerte para ti yo tengo el día libre, así que tira a buscar el disfraz.
Cuando se le metía algo en la cabeza era muy difícil razonar con él. Como cuando quería ir a pescar ¿Por qué le gustaba tanto sentarse frente al mar mirando una caña y esperando que algún pez fuera lo suficientemente inocente para morder en su anzuelo? Era aburrido, pacifico, a veces relajante, pero muy aburrido. Por ende, seguro que la fiesta de mañana era aburrida, pero claro, discutirle era peor. Mucho peor. Seguro que me quitaba los AmeRanger durante un mes. Aterrador.
No tuve más remedio que hacerle caso y buscarme un disfraz. Claro que, como se trataba de mí, un chico sencillo y normal, pero con una mente prodigiosa, se me encendió la bombilla mientras subía las escaleras en dirección a mi habitación. Tenía que buscar ropa vieja, aunque fuera de mi padre. Al fin y al cabo era culpa suya. Luego tenía que convencer mis amigos córvidos de que colaboraran. Por ultimo necesitaba algo de la verdulería de mi madre.
Sencillo, rápido y perfecto para mí.
Veinticuatro horas más tarde, me encontré a mí mismo a las puertas de un pueblo que visitaba por primera vez, vestido de la siguiente forma: Una camiseta y unos pantalones viejos marrones que encontré en el armario de mi padre, con las mangas y los bajos de los pantalones rajados, con un poco de paja que los cuervos trajeron pegada en esas partes. Además, estaba el detalle de cubrir mi cabeza con un saco de patatas, cuyas únicas aperturas eran los agujeros de los ojos. Si, le pinte una sonrisa macabra. Y si, iba de disfrazado de espantapájaros.
Lo mejor del disfraza, era sin lugar a dudas, la presencia de los cuervos. Sobre la cabeza iba Yuki, un cuervo albino que con sus plumas blancas y sus ojos rojos a veces daba un poco de miedo. Sobre mi hombro derecho, Yoru, el cuervo adicto a las telenovelas movía de vez en cuando el pico, y a veces, intentaba ligar con Kiara, la única Cuervo hembra que me acompañaba, y que reposaba sobre mi otro hombro.
Para más inri, mi padre y mi hermana habían desaparecido y a excepción de algunos críos con máscaras de calabazas, allí nadie iba disfrazado.
Me la había jugado. No era una fiesta de disfraces. Era una fiesta en honor a la cosecha de las calabazas.
—Genial…
—Animate tio. —Dijo Yoru. —Al menos somos los molones del lugar ¿No crees?
—Lo mejor es que todos nos miran, y eso no es por ti, es por mis preciosas plumas.
Menudo día me esperaba…
—Deja la tele de una vez, si luego siempre ponen el episodio repetido y lo vuelves a ver, varias veces.
—Claro, es importante para alguien de mi edad adorar a algún héroe.
—Bueno, pues yo soy tu padre y soy más importante que los héroes de la tele, así que hazme caso.
—Está bien, te escucho ¿Qué es tan importante para interrumpir mi sagrado capitulo semanal de los AmeRanger?
Por algún extraño motivo, y aunque conocía a mi padre casi mejor que él mismo, esperaba que tuviera algo serio que contarme. No sé, quizás confiaba en que sabía lo mucho que detestaba que me interrumpieran en mitad de los capítulos, y entonces pensé que había pasado algo importante, dada su insistencia. Sin embargo…
—Mañana, en Yachi, Fiesta de Disfraces.
—¿Y eso es tan importante como para interrumpirme mientras veo…
—Si, tu hermana ya tiene el disfraz, yo ya tengo el disfraz, así que mueve el culo del sofá y búscate un disfraz.
—¿Y mama?
—Tu madre trabaja, aquí no es fiesta, por suerte para ti yo tengo el día libre, así que tira a buscar el disfraz.
Cuando se le metía algo en la cabeza era muy difícil razonar con él. Como cuando quería ir a pescar ¿Por qué le gustaba tanto sentarse frente al mar mirando una caña y esperando que algún pez fuera lo suficientemente inocente para morder en su anzuelo? Era aburrido, pacifico, a veces relajante, pero muy aburrido. Por ende, seguro que la fiesta de mañana era aburrida, pero claro, discutirle era peor. Mucho peor. Seguro que me quitaba los AmeRanger durante un mes. Aterrador.
No tuve más remedio que hacerle caso y buscarme un disfraz. Claro que, como se trataba de mí, un chico sencillo y normal, pero con una mente prodigiosa, se me encendió la bombilla mientras subía las escaleras en dirección a mi habitación. Tenía que buscar ropa vieja, aunque fuera de mi padre. Al fin y al cabo era culpa suya. Luego tenía que convencer mis amigos córvidos de que colaboraran. Por ultimo necesitaba algo de la verdulería de mi madre.
Sencillo, rápido y perfecto para mí.
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Veinticuatro horas más tarde, me encontré a mí mismo a las puertas de un pueblo que visitaba por primera vez, vestido de la siguiente forma: Una camiseta y unos pantalones viejos marrones que encontré en el armario de mi padre, con las mangas y los bajos de los pantalones rajados, con un poco de paja que los cuervos trajeron pegada en esas partes. Además, estaba el detalle de cubrir mi cabeza con un saco de patatas, cuyas únicas aperturas eran los agujeros de los ojos. Si, le pinte una sonrisa macabra. Y si, iba de disfrazado de espantapájaros.
Lo mejor del disfraza, era sin lugar a dudas, la presencia de los cuervos. Sobre la cabeza iba Yuki, un cuervo albino que con sus plumas blancas y sus ojos rojos a veces daba un poco de miedo. Sobre mi hombro derecho, Yoru, el cuervo adicto a las telenovelas movía de vez en cuando el pico, y a veces, intentaba ligar con Kiara, la única Cuervo hembra que me acompañaba, y que reposaba sobre mi otro hombro.
Para más inri, mi padre y mi hermana habían desaparecido y a excepción de algunos críos con máscaras de calabazas, allí nadie iba disfrazado.
Me la había jugado. No era una fiesta de disfraces. Era una fiesta en honor a la cosecha de las calabazas.
—Genial…
—Animate tio. —Dijo Yoru. —Al menos somos los molones del lugar ¿No crees?
—Lo mejor es que todos nos miran, y eso no es por ti, es por mis preciosas plumas.
Menudo día me esperaba…
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)