2/11/2017, 00:15
Lo último que alcanzaba a recordar era la tediosa voz de Kiara deleitándose por ser el centro de atención y al pobre Yoru intentando en vano ligar con ella. Mientras, un golpe en la cara me había dejado KO. Mi distracción con la conversación de los cuervos me había costado un buen golpe de un agresor que no había visto. Era lo que me faltaba. Mi padre me iba a pagar esta broma con creces. Se la pensaba devolver algún día.
Desperté de nuevo en un lugar que no conocía. Frente a mí se alzaba un gran muro infranqueable para un ser humano cualquiera. Y lo más raro de todo es que solo podía verlo con uno de mis ojos. No era que me faltara el otro, claro, yo me lo notaba, estaba ahí. Sin embargo, había algo que lo tapaba y desde luego no era mi saco de patatas.
Palpe mi rostro para encontrarme con algo desconocido. No yo no me había puesto una máscara. Yo antes tenía un saco de patatas con sus dos perfectos agujeros que no me impedían la visión. De cualquier modo, y por suerte para mí, mi lado bueno era el izquierdo. Aun así, la pérdida de visión en un ojo era un incordio, sobre todo para determinar la posición exacta de un objeto en el espacio. Intente quitarme lo que me cubría el rostro sin éxito.
Mire a mí alrededor antes de levantarme. Solo había césped muy mal cuidado y una mansión que parecía que iba a caerse en cualquier momento dado su mal estado. Allí también había otras tres personas a las que no conocía de absolutamente nada. Por ende, no me importaban para nada, no al menos de momento. Igual el culpable había sido uno de ellos. Lo importante era que, ninguno de mis tres cuervos estaba en aquel lugar.
Me levanté despacio y con cuidado, aunque de todas formas y dado lo sospechoso que resultaba todo aquello, lo primero que se me vino a la cabeza fue que podría tratarse de algún Genjutsu de mi padre, aunque las personas que estaban allí no tenían ningún sentido. Aun así trate de librarme.
—¡Kai!
Pero no pasó nada. Absolutamente nada. Para mi sorpresa, ni siquiera fui capaz de hacer fluir el chakra por mi cuerpo. Así pues, mi idea inicial de escalar el muro, se fue a la basura. Allí, justo a la derecha de la idea de que todo aquello no era más que un genjutsu.
No había ninguna opción que me gustara. Escalar el muro era imposible, a la izquierda solo había un vasto campo de césped sin fin, y estaba seguro de que caminar sin rumbo no me llevaría a ninguna parte. La última opción era la mansión. Digo última por una sola razón: Si algo en aquel lugar era sospechoso, no era ni el césped, ni el muro. Por el momento, no estaba lo suficientemente loco para intentar si quiera entrar, o incluso llamar a la puerta, de un lugar que parecía sacado de una película de terror. No era miedo, era supervivencia, sentido común.
Por otro lado ¿Dónde narices se habían metido los cuervos? Vale que Yoru podía haberse escapado a ver su maldita telenovela dado el panorama. Pero Kiara parecía encantada con que todo el mundo la mirase. Y Yuki… Yuki era el más cuerdo de todos ¿Quizás habían ido a por ayuda? ¿Puede que fuesen participes de la broma de mi padre?
Todo aquello era bastante confuso. Pese a mi condición, pese a mis entrenamientos, pese a mis notas, estaba completamente en blanco. Aun así, había algo que si tenía claro: No podía perder la calma en aquella situación.
Y desde luego, mi cabeza estaba dibujando un enorme cartel con luces de neon que decía:
“NO ENTRES EN LA MANSIÓN, ES UNA TRAMPA”
Todo decorado con una bonita flecha que parpadeaba y señalaba la puerta de esa extraña casa que parecía abandonada.
Me crucé de brazos a la espera de que sucediera algo o de que alguna buena idea apareciese de repente en mi cabeza por arte de magia.
Que buen comienzo para la fiesta de disfraces…
Desperté de nuevo en un lugar que no conocía. Frente a mí se alzaba un gran muro infranqueable para un ser humano cualquiera. Y lo más raro de todo es que solo podía verlo con uno de mis ojos. No era que me faltara el otro, claro, yo me lo notaba, estaba ahí. Sin embargo, había algo que lo tapaba y desde luego no era mi saco de patatas.
Palpe mi rostro para encontrarme con algo desconocido. No yo no me había puesto una máscara. Yo antes tenía un saco de patatas con sus dos perfectos agujeros que no me impedían la visión. De cualquier modo, y por suerte para mí, mi lado bueno era el izquierdo. Aun así, la pérdida de visión en un ojo era un incordio, sobre todo para determinar la posición exacta de un objeto en el espacio. Intente quitarme lo que me cubría el rostro sin éxito.
Mire a mí alrededor antes de levantarme. Solo había césped muy mal cuidado y una mansión que parecía que iba a caerse en cualquier momento dado su mal estado. Allí también había otras tres personas a las que no conocía de absolutamente nada. Por ende, no me importaban para nada, no al menos de momento. Igual el culpable había sido uno de ellos. Lo importante era que, ninguno de mis tres cuervos estaba en aquel lugar.
Me levanté despacio y con cuidado, aunque de todas formas y dado lo sospechoso que resultaba todo aquello, lo primero que se me vino a la cabeza fue que podría tratarse de algún Genjutsu de mi padre, aunque las personas que estaban allí no tenían ningún sentido. Aun así trate de librarme.
—¡Kai!
Pero no pasó nada. Absolutamente nada. Para mi sorpresa, ni siquiera fui capaz de hacer fluir el chakra por mi cuerpo. Así pues, mi idea inicial de escalar el muro, se fue a la basura. Allí, justo a la derecha de la idea de que todo aquello no era más que un genjutsu.
No había ninguna opción que me gustara. Escalar el muro era imposible, a la izquierda solo había un vasto campo de césped sin fin, y estaba seguro de que caminar sin rumbo no me llevaría a ninguna parte. La última opción era la mansión. Digo última por una sola razón: Si algo en aquel lugar era sospechoso, no era ni el césped, ni el muro. Por el momento, no estaba lo suficientemente loco para intentar si quiera entrar, o incluso llamar a la puerta, de un lugar que parecía sacado de una película de terror. No era miedo, era supervivencia, sentido común.
Por otro lado ¿Dónde narices se habían metido los cuervos? Vale que Yoru podía haberse escapado a ver su maldita telenovela dado el panorama. Pero Kiara parecía encantada con que todo el mundo la mirase. Y Yuki… Yuki era el más cuerdo de todos ¿Quizás habían ido a por ayuda? ¿Puede que fuesen participes de la broma de mi padre?
Todo aquello era bastante confuso. Pese a mi condición, pese a mis entrenamientos, pese a mis notas, estaba completamente en blanco. Aun así, había algo que si tenía claro: No podía perder la calma en aquella situación.
Y desde luego, mi cabeza estaba dibujando un enorme cartel con luces de neon que decía:
“NO ENTRES EN LA MANSIÓN, ES UNA TRAMPA”
Todo decorado con una bonita flecha que parpadeaba y señalaba la puerta de esa extraña casa que parecía abandonada.
Me crucé de brazos a la espera de que sucediera algo o de que alguna buena idea apareciese de repente en mi cabeza por arte de magia.
Que buen comienzo para la fiesta de disfraces…