2/11/2017, 13:45
(Última modificación: 2/11/2017, 13:45 por Amedama Daruu.)
Su maestro ladeó la cabeza y le miró fijamente. Podría decir que fue una mirada dura, pero estaría mintiendo. Cualquiera que conociera a Kōri lo suficiente sabría con certeza que tratar de comunicarse mediante lenguaje corporal era tan difícil para él como comerse una sopa con un tenedor. Kōri le reprendió y trató de inculcarle algo de profesionalidad. Aquella era, en aquellas circunstancias, su misión. Y él era un ninja. Tendría que cumplirla, o si no, se quedaría sin la paga y con la reprobación del sistema militar.
—Tienes razón, Kōri-sensei —Daruu chasqueó la lengua con fastidio, sintiéndose mal, pero no por ello dejando de sentir que estaba haciendo el ridículo y maldiciendo a su madre interiormente—. Me esforzaré. —Respiró hondo y se preparó para cambiar de mentalidad. Se podía tomar aquello como una obra de teatro. Sí... actuar. Bloquear la ira. Dejar que el tiempo transcurriese. Pronto estaría en la comodidad de su hogar, lejos de todas las miradas clavadas en su disfraz de bollito...
—Estos bollitos de vainilla están muy... naranjas.
Comenzó la función. Daruu imaginó qué haría su madre. Y entonces...
—¡Eso es porque no son unos bollitos de vainilla cualquiera, caballero! —Daruu levantó la mirada exhibiendo la más radiante de sus sonrisas. Había algo en el tono de voz del muchacho que había cambiado casi por completo, y aunque cualquiera con un poco de experiencia sabría leer a través de su mueca y ver que sus ojos en realidad no estaban sonriendo, lo cierto es que trataba con todas sus fuerzas de, al menos, no parecer un psicópata que está deseando arrancarte los ojos. Como sin duda comprenderéis eso ya era un paso—. ¡Se encuentra ante una variedad LI-MI-TA-DA ante la llegada de las festividades de Viento Gris! ¡Una promoción inigualable, están a la mitad de precio! ¡Bollitos de vainilla y crema de calabaza! ¡Una mezcla deliciosa!
»Y con el refrescante sabor de siempre... ¡jijijí! —Daruu acercó su cara a Kori todo lo que pudo, sujetándole la espalda y acercándole disimuladamente hacia el carrito, empujando de forma suave, como el guardia que sutilmente te muestra la salida...
...y la única salida era comprar esos deliciosos bollitos exclusivos.
—Tienes razón, Kōri-sensei —Daruu chasqueó la lengua con fastidio, sintiéndose mal, pero no por ello dejando de sentir que estaba haciendo el ridículo y maldiciendo a su madre interiormente—. Me esforzaré. —Respiró hondo y se preparó para cambiar de mentalidad. Se podía tomar aquello como una obra de teatro. Sí... actuar. Bloquear la ira. Dejar que el tiempo transcurriese. Pronto estaría en la comodidad de su hogar, lejos de todas las miradas clavadas en su disfraz de bollito...
—Estos bollitos de vainilla están muy... naranjas.
Comenzó la función. Daruu imaginó qué haría su madre. Y entonces...
—¡Eso es porque no son unos bollitos de vainilla cualquiera, caballero! —Daruu levantó la mirada exhibiendo la más radiante de sus sonrisas. Había algo en el tono de voz del muchacho que había cambiado casi por completo, y aunque cualquiera con un poco de experiencia sabría leer a través de su mueca y ver que sus ojos en realidad no estaban sonriendo, lo cierto es que trataba con todas sus fuerzas de, al menos, no parecer un psicópata que está deseando arrancarte los ojos. Como sin duda comprenderéis eso ya era un paso—. ¡Se encuentra ante una variedad LI-MI-TA-DA ante la llegada de las festividades de Viento Gris! ¡Una promoción inigualable, están a la mitad de precio! ¡Bollitos de vainilla y crema de calabaza! ¡Una mezcla deliciosa!
»Y con el refrescante sabor de siempre... ¡jijijí! —Daruu acercó su cara a Kori todo lo que pudo, sujetándole la espalda y acercándole disimuladamente hacia el carrito, empujando de forma suave, como el guardia que sutilmente te muestra la salida...
...y la única salida era comprar esos deliciosos bollitos exclusivos.