3/11/2017, 01:08
Juro se fijó en la chica que había a su lado, en el puesto. Sintió una sensación familiar, como si la conociese de algo. No sería hasta un poco más tarde cuando se acordaría definitivamente de ella: era una genin de Amegakure. La misma genin que venció a Yota en el torneo y pasó a la ronda final.
Pero en ese momento, Juro estaba absorto con sus maquinaciones y su máscara. El señor, con voz tranquila, les hizo esperar unos momentos. El genin pudo ver como este hablaba con unos niños, aunque no muy bien de que.
No le resultó demasiado extraño. Había muchos niños por ahí y sentía fascinación por aquellas mácaras.
Tras eso, regresó y le dio la máscara a la chica. Después, le tendió la suya, alegando que la máscara iba con otra de regalo. Juro se emocionó como un niño al escuchar aquello.
— ¿¡En serio!? ¡Muchas gracias!
Sin embargo, a la hora de coger la máscara, esta se desprendió de las manos del vendedor. Juro se alzó para cogerla, sellando su destino. Notó un gran movimiento a su alrededor. Notó que los niños hacían algo y que había más de una persona ahí. Pero fue tarde para hacer nada.
De repente, la negrura más absoluta le cubrió, como el telón de una obra de teatro al finalizar.
Juro abrió los ojos, como si hubiese dormido durante un largo tiempo. La cabeza le daba vueltas y se sentía mareado. Tenía la boca seca y el cuerpo dolorido. Además, hacía frío. Mucho frío.
Le costó unos minutos espabilarse del todo, mientras poco a poco contactaba con el mundo. Ya no estaba en Yachi. No podía recordar nada de lo que había pasado desde su visita al mercado. Ahora parecía encontrarse en una especie de campo, muy poco cuidado. A su espalda, un enorme muro de piedra que limitaba su huida. Al otro lado, un sendero de piedra que parecía llevar a una enorme mansión, totalmente tétrica.
Juro sintió escalofriós solo de verla. Y esta vez, no solo por la temperatura.
La molestia que había atribuido al brusco despertar pronto cobró otra clase de sentido. Al palparse la cara, pudo notar que llevaba algo pegado a ella.
« ¡Una máscara! » — Por mucho que la palpaba, no podía quitarsela. Estaba pegada a ella.
Se quedó congelado durante unos segundos. El corazón se le paró, realmente. No tenía nada de su equipamiento ninja. Ni portaobjetos, ni pergaminos.
Ni pergaminos...
« ¡Gen! »
Husmeó frenéticamente el suelo y su ropa. ¡No estaba! ¡No estaba! ¿¡Y si lo habían robado!? ¡Y si le habían drogado y gastado una broma pesada!?
Respiró, primero frenéticamente, luego, más calmado. Le costó serenarse, pero trató de hacerlo. Eso debía de ser un mal sueño. Si, solo eso. Una pesadilla de la que despertaría. Sin embargo, no estaba solo en ella. Contó tres personas más junto a él, quienes ya parecían estar interactuando. Uno de ellos, ya levantado, estaba realizando un comando de sellos que Juro reconoció a duras penas.
Juro pensó en escalar el muro. Salir corriendo y escapar. Sin embargo, la realidad le golpeó con una fuerza impresionante. No solo no tenían su armamento: tampoco era capaz de emitir chakra. Ni si quiera para adherirse a una pared o para pegarse al suelo.
En ese momento, Juro comprendió que estaba perdidos. Indefenso, sin escapatoria. Prácticamente se rindió.
—. ¿Qué está ocurriendo? ¿Dónde estamos? ¿Y quiénes sois? — dijo una de las personas, una figura femenina, que Juro reconoció como la chica que había estado comprando.
— Yo... Me llamo Senju Riko y... creo que estamos todos igual que tú, no sabemos donde estamos, ni por qué estamos aquí... — dijo la otra figura, aun cercana a ambos.
El tercero parecía estar alejado, no queriendo unirse al grupo. Juro sintió que le temblaba la voz. Tenía ganas de llorar. Pero trató de mantenerse sereno.
— Juro... Soy Eikyu Juro... — dijo, tratando de que no se le quebrara la voz —. No sé nada más que vosotros. Me acabo de despertar en las mismas.
Pero en ese momento, Juro estaba absorto con sus maquinaciones y su máscara. El señor, con voz tranquila, les hizo esperar unos momentos. El genin pudo ver como este hablaba con unos niños, aunque no muy bien de que.
No le resultó demasiado extraño. Había muchos niños por ahí y sentía fascinación por aquellas mácaras.
Tras eso, regresó y le dio la máscara a la chica. Después, le tendió la suya, alegando que la máscara iba con otra de regalo. Juro se emocionó como un niño al escuchar aquello.
— ¿¡En serio!? ¡Muchas gracias!
Sin embargo, a la hora de coger la máscara, esta se desprendió de las manos del vendedor. Juro se alzó para cogerla, sellando su destino. Notó un gran movimiento a su alrededor. Notó que los niños hacían algo y que había más de una persona ahí. Pero fue tarde para hacer nada.
De repente, la negrura más absoluta le cubrió, como el telón de una obra de teatro al finalizar.
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Juro abrió los ojos, como si hubiese dormido durante un largo tiempo. La cabeza le daba vueltas y se sentía mareado. Tenía la boca seca y el cuerpo dolorido. Además, hacía frío. Mucho frío.
Le costó unos minutos espabilarse del todo, mientras poco a poco contactaba con el mundo. Ya no estaba en Yachi. No podía recordar nada de lo que había pasado desde su visita al mercado. Ahora parecía encontrarse en una especie de campo, muy poco cuidado. A su espalda, un enorme muro de piedra que limitaba su huida. Al otro lado, un sendero de piedra que parecía llevar a una enorme mansión, totalmente tétrica.
Juro sintió escalofriós solo de verla. Y esta vez, no solo por la temperatura.
La molestia que había atribuido al brusco despertar pronto cobró otra clase de sentido. Al palparse la cara, pudo notar que llevaba algo pegado a ella.
« ¡Una máscara! » — Por mucho que la palpaba, no podía quitarsela. Estaba pegada a ella.
Se quedó congelado durante unos segundos. El corazón se le paró, realmente. No tenía nada de su equipamiento ninja. Ni portaobjetos, ni pergaminos.
Ni pergaminos...
« ¡Gen! »
Husmeó frenéticamente el suelo y su ropa. ¡No estaba! ¡No estaba! ¿¡Y si lo habían robado!? ¡Y si le habían drogado y gastado una broma pesada!?
Respiró, primero frenéticamente, luego, más calmado. Le costó serenarse, pero trató de hacerlo. Eso debía de ser un mal sueño. Si, solo eso. Una pesadilla de la que despertaría. Sin embargo, no estaba solo en ella. Contó tres personas más junto a él, quienes ya parecían estar interactuando. Uno de ellos, ya levantado, estaba realizando un comando de sellos que Juro reconoció a duras penas.
Juro pensó en escalar el muro. Salir corriendo y escapar. Sin embargo, la realidad le golpeó con una fuerza impresionante. No solo no tenían su armamento: tampoco era capaz de emitir chakra. Ni si quiera para adherirse a una pared o para pegarse al suelo.
En ese momento, Juro comprendió que estaba perdidos. Indefenso, sin escapatoria. Prácticamente se rindió.
—. ¿Qué está ocurriendo? ¿Dónde estamos? ¿Y quiénes sois? — dijo una de las personas, una figura femenina, que Juro reconoció como la chica que había estado comprando.
— Yo... Me llamo Senju Riko y... creo que estamos todos igual que tú, no sabemos donde estamos, ni por qué estamos aquí... — dijo la otra figura, aun cercana a ambos.
El tercero parecía estar alejado, no queriendo unirse al grupo. Juro sintió que le temblaba la voz. Tenía ganas de llorar. Pero trató de mantenerse sereno.
— Juro... Soy Eikyu Juro... — dijo, tratando de que no se le quebrara la voz —. No sé nada más que vosotros. Me acabo de despertar en las mismas.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
...
Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60