3/11/2017, 21:41
Los cuatro genin volvieron pronto en sí, y cada uno reaccionó de una manera. Aunque Ayame y Juro estaban visiblemente más aterrorizados que Riko y Reiji, eso no suponía que los cuatro estuvieran a punto de poder pasar por las peores horas de su vida, sin embargo nunca estaba mal mantener la calma cuando se podía.
Las mascaras de cada uno parecían brillar bajo la luna que se alzaba en lo alto del cielo, más brillante que las nubes que amenazaban por taparla. El viento corría suavemente y hacía estremecer los cuerpos de los jóvenes que se encontraban en el gran jardín de aquella mansión.
A lo lejos, sin embargo, se escuchaban lo que parecían ser sonidos extraños, pisadas quebrando ramas caídas de los árboles, murmullos demasiado altos, alguna que otra risa de lo que parecía ser la voz de una mujer. Pronto aquello que oían se fue haciendo más y más cercano, la velocidad de las voces y las pisadas incrementaba por momentos.
Luego se escuchó el filo de una katana al desenvainarse.
Aquellas personas estaban cerca, muy cerca de ellos, volvió a resonar una risa macabra que esta vez pareció gritar algo que no pudieron distinguir bien. Quizá fue aquella risa, quizá fue el tiempo que hacía o las nubes que amenazaban con encapotar el cielo aunque la luna quisiera impedírselo, pero de pronto comenzó a llover sobre sus cabezas.
Las mascaras de cada uno parecían brillar bajo la luna que se alzaba en lo alto del cielo, más brillante que las nubes que amenazaban por taparla. El viento corría suavemente y hacía estremecer los cuerpos de los jóvenes que se encontraban en el gran jardín de aquella mansión.
A lo lejos, sin embargo, se escuchaban lo que parecían ser sonidos extraños, pisadas quebrando ramas caídas de los árboles, murmullos demasiado altos, alguna que otra risa de lo que parecía ser la voz de una mujer. Pronto aquello que oían se fue haciendo más y más cercano, la velocidad de las voces y las pisadas incrementaba por momentos.
Luego se escuchó el filo de una katana al desenvainarse.
Aquellas personas estaban cerca, muy cerca de ellos, volvió a resonar una risa macabra que esta vez pareció gritar algo que no pudieron distinguir bien. Quizá fue aquella risa, quizá fue el tiempo que hacía o las nubes que amenazaban con encapotar el cielo aunque la luna quisiera impedírselo, pero de pronto comenzó a llover sobre sus cabezas.
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